jueves, 27 de febrero de 2014

Antonella Anedda -Una noche de invierno en la ciudad

Antonella Anedda, Roma,22 de diciembre 1958
Versión Jorge Aulicino




Una noche de invierno en la ciudad

Ahora ha dejado de llover. Desde la ventana el mundo es en gotas:
un rostro sin nariz, ojos, labios. Sólo esas diminutas lágrimas
sobre las casas y los árboles. Una en particular destella
donde alguien llora en su sillón,
cincunspecto, firme solo incierto si la casa se parece
a aquellas que habitó en el pasado y confunde.


No es de nostalgia que llora, sino por el peso entero
de la lluvia, como si él fuese el techo
que aguanta y se descascara.
Como si el edificio entero, hinchado de agua y piedra,
revelara una ofensa.


Una criatura puede afligirse por esto, pasar la noche en vela
o repetir en el sueño la desolación. Ser en un despeñadero.
Permanecer allí en la tierra, bajo la lluvia que llega.


martes, 25 de febrero de 2014

Santiago Espel -(La corona de espinas)

Santiago Espel, Capital Federal, 26 de diciembre 1960


(La corona de espinas)

No escribiré nunca un poema
sobre la locura, a pesar de haber
leído los dos tomos de Foucault.
Hay tantos poemas sobre la locura
que los locos se ven desalentados
hartos de poemas sobre la locura.
No escribiré ni un verso sobre la locura
a pesar de Roussel, de Poe y de Fijman,
a pesar de la necesidad imperiosa
de los versos y del pan y de la locura.
A pesar de no haberlos escrito aún
no escribiré sobre la locura nunca más
ya no habrá poemas sobre la locura,
a pesar del vino bueno y los días de sol.

lunes, 24 de febrero de 2014

Sam Shepard


Sam Shepard , Illinois, 5 de noviembre 1943


me encontré con la doble de la Estrella
al abrirse hacia los lados la puerta del ascensor
y yo salía
y ella entraba
a las cuatro de la madrugada
y vi que estaba absolutamente pirada
le pregunté qué había tomado
dijo 6 Valium y Vino Blanco
porque hoy era el último día de rodaje
y le pareció que había que celebrarlo
jodiendo con algún tío del equipo
y colocándose
porque éste era su pueblo
y ella iba a quedarse
mientras nosotros nos íbamos
y la tortura de no ser más que una doble
dejada atrás
en un pueblo en el que le dolía haber nacido
estaba destrozándola ahora
de verdad
y eso hizo que volviera a avergonzarme
de trabajar como actor en una película
y provocar ilusiones tan estúpidas
de modo que me la llevé a mi habitación
sin planes respecto a su cuerpo
y ella se sintió desesperadamente decepcionada
intentó arrojarse por la ventana
y le dije que no valía la pena
no es más que una película estúpida
no tan estúpida, dijo ella, como la vida


1/11/81
Seattle, Wa. 

sábado, 22 de febrero de 2014

David Birenbaum -El Conde

David Birenbaum, Montevideo 3 de agosto 1964



El Conde

Me apuntan con sus cruces
y me hacen muy mala fama
entre las doncellas;
pero soy solo un caballero
harto de ver la decadencia.


Es falso que bebo
la sangre de las jóvenes
para no envejecer:
les bebo todos los licores
y a cambio
obsequio bromas y halagos.


No hay crimen
ni vulneración de derechos;
no hay eternidad para mí.

¿Se preguntaron, padres,
qué impulsa a una mujer
a mirar hacia la izquierda
exponiendo el latido
de su cuello a mis besos?
¿Desobediencia, curiosidad?
¿”Qué hay más allá”?
-dice cerrando los ojos-


No hay eternidad
para este conde
sólo una noche más
viejo
con una mujer más
joven


y al amanecer, descansar
y la muerte dentro de mí
dormida.