sábado, 28 de febrero de 2015

Mariano Schuster -Another World

Mariano Schuster, CABA, 9 de marzo 1985


Another World

                                             A los internos del Hospital Psiquiátrico Municipal
                                                                                             José Tiburcio Borda



Cuando cierres los ojos por última vez
vas a ir al paraíso.


Te juro que es cierto.
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.


Dice que no recuerda
la ubicación exacta
pero está seguro
que se encuentra debajo de Dios
al Sur del Sur
al norte de los campos de Golf
y al oeste del mirador del Pentágono.


Te repito que es cierto,
que me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.
A él lo echaron
porque le propuso sexo violento
a Marilyn Monroe
en una cabina telefónica.


Sin embargo
tuvo tiempo de ver a Bela Bartok
enseñándole a jugar al básquet al Palomo Usuriaga
y al hermano ecuatoriano de Jimi Hendrix
tocando la flauta dulce
para la barra brava de Deportivo Claypole.


Ójo, no creas que estuvo unos meses
Estuvo sólo veinticinco minutos
pero ahí
lo ves todo junto.


Millones de hormigas caminando por el lifting facial de la Madre Teresa.
Discepolín jugando a la ruleta rusa con el Gato con Botas.
Perón cantando la marcha imperial de la Guyana Peruana.
Cientos de zurdos quejándose porque la cerveza no vino con maní.
(SÍ, según el canillita que volvió de la muerte, los zurdos son iguales en todos lados)


Creéme, todo esto es cierto
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.


Él estuvo ahí
y vio con sus propios ojos
como Ginsberg, Kerouac y Ferlinghetti,
los grandes poetas norteamericanos,
fundaban una filial de Tallarines Matarazzo
mientras un puma de ojos pardos
brindaba con vino tinto
con el Papa Juan Pablo II.


Y lamento darte una mala noticia.
El infierno no existe.
Es que ahí, en el paraíso,
encontró a Hitler y a Mussolini
comiendo un sushi podrido
cocinado por Ezra Pound,
y a Stalin jugando en la bañera
con una pistolita de agua.


Creéme, me lo contó un canillita
que volvió de la muerte
después de que Kennedy
le escupiera un pedazo de pollo frito
y de acostarse con Mahatma Gandhi
en un colchón de clavos.


Y ahora, entre nosotros
tengo que contarte que el canillita
quiere volver al paraíso
pero a los expulsados
les impiden el reingreso
volviéndolos eternos en la tierra.
Los encierran y los enloquecen.


Así que apurate,
prepará té con cianuro,
tomalo, cerrá los ojos
y volá al paraíso.


Dejá otro preparado para mí.


Y no te olvides.
Todo esto es cierto.
Me lo contó un canillita
que volvió de la muerte.

jueves, 26 de febrero de 2015

Marcelo Actis -Amo la muerte

Marcelo Actis, Villa María, Córdoba, 24 de septiembre 1958


Amo la muerte

Amo la muerte
con el salvajismo ritual
de un primitivo
asi como amo
el cuero de la tierra
el espejismo ingrávido del cielo
y sus astros errantes
y temo la vida
como a los dientes del fuego
a las mil lenguas heladas del agua.

"Ama la muerte"
(me dijo un anciano)
"y serás eterno"
pues la muerte
no es más
que la soledad más acérrima
                       más absoluta
infiltrándose
en un sueño cósmico
en el precipicio de la memoria
de la historia de los hombres.




martes, 24 de febrero de 2015

Raquel Jaduszliwer -El hombre de tu vida

Raquel Jaduszliwer, Buenos Aires, San Fernando,19 de mayo 1946 


El hombre de tu vida

¿Cuándo?
¿cómo supiste que se trataba del hombre de tu vida?
¿supiste que se trataba del hombre de tu vida?
¿tenía las señales
los estigmas
y lo reconociste entre los miles de hombres?

o todo fue más raro
más oscuro

así
como esas intuiciones de recién nacido
que a tientas va eligiendo y que se orienta
entre el calor y el frío
la fuente de alimento y la desgracia
el amor y la furia
el jardín y el desierto

y crece de esta manera
y aprende todo aquello

todo lo que después
mucho después
será dolor

memoria
y pérdida

domingo, 22 de febrero de 2015

Ferreira Gullar -Poema poroso

Ferreira Gullar, Brasil, Sáo Luís, 10 de septiembre 1930
Versión Santiago Espel



Poema poroso

De tierra te quiero;
                   poema
y no sin embargo iluminado.

                   De tierra
y el cuerpo pasando cerca de eclipses,
poroso
poema
                    de polvo-
                    donde gritan
suicidas y perfumes
                     así te quiero
sin rostro
y no obstante familiar
                     como el suelo de la quinta
(sombra de todos nosotros después
                     y antes de nosotros
cuando la gallina cacarea y picotea)
                     De tierra
donde para siempre se apagará
                     la forma de esta mano
                     por ahora ardiente.







viernes, 20 de febrero de 2015

Konstantin Kavafis -Itaca

Konstantin Kavafis, Egipto, Alejandría, 29 de abril 1863 - Alejandría, 29 de abril 1933
Versión Miguel Castillo


Itaca

Cuando emprendas el regreso a Itaca,
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, de conocimiento.
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al irritado Poseidón, no les temas;
no hallarás tales cosas en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si una sublime
emoción embarga tu espíritu y tu cuerpo.
A los Lestrigones y los Cíclopes,
al feroz Poseidón, no los encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si tu alma no los pone ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales
en que lleno de placer y alegría
entres a puertos vistos por primera vez;
detente en los mercados fenicios
y adquiere hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano,
y toda clase de perfumes voluptuosos,
todos los perfumes voluptuosos que puedas;
visita muchas ciudades egipcias
para aprender más y más de los sabios.

Ten siempre en tu mente a Itaca.
Tu meta es llegar allí.
Pero no apresures de ninguna manera el viaje.
Mejor que dure muchos años,
y viejo ya ancles en la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que Itaca te dé riquezas.

Itaca te dio el hermoso viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Pero ya no tiene nada para darte.
Y si la encuentras pobre, Itaca no te ha engañado.
Tan sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Itacas.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Wilson Bueno -Lluvias

Wilson Bueno, Brasil, Jaguapitá, 13 de marzo 1949 – Curitiba, 31 de mayo 2010
Versión Santiago Espel


Lluvias 

Bicho líquido de fiel transparencia, las lluvias caen sobre nuestro humilde techo de zinc, con la
gracia casi invisible de ariscas orugas, de a montones, mínimas, ondulantes, y hasta cándidas.

Quisiera en el verano su morada, y el ímpetu con que serpentea de la nube al techo y desde allí a las 
canaletas de la casa, nido suspendido entre el arrozal y las aguas.

Hay, sin embargo, diversas especies de lluvias, de lloviznas a diluvios, verdaderos maremotos,
bebiendo la tierra, ríos y lagos, riachos y cascadas.

Si me absorbes, soy un vicio, una lluvia que tu suelo lame con la voluptuosidad de amantes
apasionados, uno en el otro, empapados hasta la última gota de la última raíz.

Me lavas la cara a chorros, y bailo de intemperie sobre tu vientre. Líquidos y pestilencias cubren mi
cuerpo de golpes. ¿Aguas? Cantan las canaletas nuestro lamento, lejos, torrente en la mayor,
aguacero, coral de pequeños anillos.

lunes, 16 de febrero de 2015

Nestor Perlongher -Cadáveres

Nestor Perlongher, Avellaneda, 24 de diciembre 1949 – Brasil, 26 de noviembre 1992


Cadáveres
                                                          a Flores

Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres

En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres

En las redes de los pescadores
En el tropiezo de los cangrejales
En la del pelo que se toma
Con un prendedorcito descolgado
Hay Cadáveres

En lo preciso de esta ausencia
En lo que raya esa palabra
En su divina presencia
Comandante, en su raya
Hay Cadáveres

En las mangas acaloradas de la mujer del pasaporte que se arroja
         por la ventana del barquillo con un bebito a cuestas
En el barquillero que se obliga a hacer garrapiñada
En el garrapiñiero que se empana
En la pana, en la paja, ahí
Hay Cadáveres

Precisamente ahí, y en esa richa
de la que deshilacha, y
en ese soslayo de la que no conviene que se diga, y
en el desdén de la que no se diga que no piensa, acaso
en la que no se dice que se sepa...
Hay Cadáveres

Empero, en la lingüita de ese zapato que se lía disimuladamente, al
         espejuelo, en la
correíta de esa hebilla que se corre, sin querer, en el techo, patas
arriba de ese monedero que se deshincha, como un buhón, y, sin
embargo, en esa c... que, cómo se escribía? c. .. de qué?, mas, Con
         Todo
Sobretodo
Hay Cadáveres

En el tepado de la que se despelmaza, febrilmente, en la
menea de la que se lagarta en esa yedra, inerme en el
despanzurrar de la que no se abriga, apenas, sino con un
saquito, y en potiche de saquitos, y figurines anteriores, modas
pasadas como mejas muertas de las que
Hay Cadáveres

Se ven, se los despanza divisantes flotando en el pantano:
en la colilla de los pantalones que se enchastran, símilmente;
en el ribete de la cola del tapado de seda de la novia, que no se casa
                           porque su novio ha
….........................!
Hay Cadáveres

En ese golpe bajo, en la bajez
de esa mofleta, en el disfraz
ambiguo de ese buitre, la zeta de
esas azaleas, encendidas, en esa obscuridad
Hay Cadáveres

Está lleno: en los frasquitos de leche de chancho con que las
         campesinas
agasajan sus fiolos, en los
fiordos de las portuarias y marítimas que se dejan amanecer, como a
         escondidas, con la bombacha llena; en la
humedad de esas bolsitas, bolas, que se apisonan al movimiento de
         los de
Hay Cadáveres

Parece remanido: en la manea
de esos gauchos, en el pelaje de
esa tropa alzada, en los cañaverales (paja brava), en el botijo
de ese guacho, el olor a matorra de ese juiz
Hay Cadáveres

Ay, en el quejido de esa corista que vendía "estrellas federales"
Uy, en el pateo de esa arpista que cogía pequeños perros invertidos,
Uau, en el peer de esa carrera cuando rumbea la cascada, con
una botella de whisky "Russo" llena de vidrio en los breteles, en ésos,
tan delgados,
Hay Cadáveres

En la finura de la modistilla que atara cintas do un buraco hubiere
En la delicadeza de las manos que la manicura que electriza
las uñas salitrosas, en las mismas
cutículas que ella abre, como en una toilette; en el tocador, tan
...indeciso..., que
clava preciosamente los alfiles, en las caderas de la Reina y
en los cuadernillos de la princesa, que en el sonido de una realeza
que se derrumba, oui
Hay Cadáveres

Yes, en el estuche de alcanfor del precho de esa
¡bonita profesora!
Ecco, en los tizones con que esa ¡bonita profesora! traza el rescoldo
           de ese incienso;
Da, en la garganta de esa ajorca, o en lo mollejo de ese moretón
atravesado por un aro, enagua, en
Ya
Hay Cadáveres

En eso que empuja
lo que se atraganta,
En eso que traga
lo que emputarra,
En eso que amputa
lo que empala,
En eso que ¡puta!
Hay Cadáveres

Ya no se puede sostener: el mango
de la pala que clava en la tierra su rosario de musgos,
el rosario
de la cruz que empala en el muro la tierra de una clava,
la corriente
que sujeta a los juncos el pichido – tin, tin... – del son-
ajero, en el gargajo que se esputa...
Hay Cadáveres

En la mucosidad que se mamosa, además, en la gárgara; en la también
glacial amígdala; en el florete que no se succiona con fruición
porque guarda una orla de caca; en el escupitajo
que se estampa como sobre en un pijo,
en la saliva por donde penetra un elefante, en esos chistes de
         la hormiga,
Hay Cadáveres

En la conchita de las pendejas
En el pitín de un gladiador sureño, sueño
En el florín de un perdulario que se emparrala, en unas
brechas, en el sudario del cliente
que paga un precio desmesuradamente alto por el polvo,
en el polvo
Hay Cadáveres

En el desierto de los consultorios
En la polvareda de los divanes "inconcientes"
En lo incesante de ese trámite, de ese "proceso" en hospitales
donde el muerto circula, en los pasillos
donde las enfermeras hacen SHHH! con una aguja en los ovarios,
en los huecos
de los escaparates de cristal de orquesta donde los cirujanos
se travisten de ''hombre drapeado",
laz zarigueyaz de dezhechoz, donde tatúase, o tajéase (o paladea)
un paladar, en tornos
Hay Cadáveres


En las canastas de mamá que alternativamente se llenan o vacían de
esmeraldas, canutos, en las alforzas de ese
bies que ciñe – algo demás – esos corpiños, en el azul lunado del cabe-
llo, gloriamar, en el chupazo de esa teta que se exprime, en el
reclinatorio, contra una mandolina, salamí, pleta de tersos caños...
Hay Cadáveres

En esas circunstancias, cuando la madre se
lava los platos, el hijo los pies, el padre el cinto, la
hermanita la mancha de pus, que, bajo el sobaco, que
va “creciente”, o
Hay Cadáveres

Ya no se puede enumerar: en la pequeña “riela” de ceniza
que deja mi caballo al fumar por los campos (campos, hum…),o por
los haras, eh, harás de cuenta de que no
Hay Cadáveres

Cuando el caballo pisa
los embonchados pólderes,
empenachado se hunde
en los forrajes;
cuando la golondrina, tera tera,
vola en circuitos, como un gallo, o cuando la bondiola
como una sierpe “leche de cobra” se
disipa,
los miradores llegan todos a la siguiente
conclusión:
Hay Cadáveres

Cuando los extranjeros, como crápulas, ("se les ha volado la
papisa, y la manotean a dos cuerpos"), cómplices,
arrodíllanse (de) bajo la estatua de una muerta,
y ella es devaluada!
Hay Cadáveres

Cuando el cansancio de una pistola, la flaccidez de un ano,
ya no pueden, el peso de un carajo, el pis de un
''palo borracho", la estirpe real de una azalea que ha florecido
roja, como un seibo, o un servio, cuando un paje
la troncha, calmamente, a dentelladas, cuando la va embutiendo
contra una parecita, y a horcajadas, chorrea, y
Hay Cadáveres

Cuando la entierra levemente, y entusiasmado por el su-
ceso de su pica, más
atornilla esa clava, cuando "mecha"
en el pistilo de esa carroña el peristilo de una carroza
chueca, cuando la va dándola vuelta
para que rase todos.. . los lunares, o
Sitios,
Hay Cadáveres

Verrufas, alforranas (de teflón), macarios muermos: cuando sin...
acribilla, acrisola, ángeles miriados' de peces espadas, mirtas
acneicas, o sólo adolescentes, doloridas del
dedo de un puntapié en las várices, torreja
de ubre, percal crispado, romo clít ...
Hay Cadáveres

En el país donde se yuga el molinero
En el estado donde el carnicero vende sus lomos, al contado,
y donde todas las Ocupaciones tienen nombre….
En las regiones donde una piruja voltèa su zorrito de banlon,
la huelen desde lejos, desde antaño
Hay Cadáveres

En la provincia donde no se dice la verdad
En los locales donde no se cuenta una mentira
–Esto no sale de acá–
En los meaderos de borrachos donde aparece una pústula roja en
      la bragueta del que orina-esto no va a parar aquí -, contra los
azulejos, en el vano, de la 14 o de la 15, Corrientes y
Esmeraldas,
Hay Cadáveres

Y se convierte inmediatamente en La Cautiva,
los caciques le hacen un enema,
le abren el c... para sacarle el chico,
el marido se queda con la nena,
pero ella consigue conservar un escapulario con una foto borroneada,
         de un camarín donde...
Hay Cadáveres

Donde él la traicionó, donde la quiso convencer que ella
era una oveja hecha rabona, donde la perra
lo cagó, donde la puerca
dejó caer por la puntilla de boquilla almibarada unos pelillos
almizclados, lo sedujo,
Hay Cadáveres

Donde ella eyaculó, la bombachita toda blanda, como sobre
un bombachón de muñequera como en
un cáliz borboteante - los retazos
de argolla flotaban en la "Solución Humectante" (método agua por
         agua),
ella se lo tenía que contar:
Hay Cadáveres

El feto, criándose en un arroyuelo ratonil,
La abuela, afeitándose en un bols de lavandina,
La suegra, jalándose unas pepitas de sarmiento,
La tía, volviéndose loca por unos peines encurvados:
Hay Cadáveres

La familia, hurgándolo en los repliegues de las sábanas
La amiga, cosiendo sin parar el desgarrón de una "calada"
El gil, chupándose una yuta por unos papelitos desleídos
Un chongo, cuando intentaba introducirla por el caño de escape de
         una Kombi,
Hay Cadáveres

La despeinada, cuyo rodete se ha raído
por culpa de tanto "rayito de sol", tanto "clarito";
La martinera, cuyo corazón prefirió no saberlo;
La desposeída, que se enganchó los dientes al intentar huir de un taxi;
La que deseó, detrás de una mantilla untuosa, desdentarse
para no ver lo que veía:
Hay Cadáveres

La matrona casada, que le hizo el favor a la muchacho pasándole un
         buen punto;
la tejedora que no cánsase, que se cansó buscando el punto bien
discreto que no mostrara nada
– y al mismo tiempo diera a entender lo que pasase –;
la dueña de la fábrica, que vio las venas de sus obreras urdirse
         táctilmente en los telares-y daba esa textura acompasada...
                                    lila...
La lianera, que procuró enroscarse en los hilambres, las púas
Hay Cadáveres

La que hace años que no ve una pija
La que se la imagina, como aterciopelada, en una cuna (o cuña)
Beba, que se escapó con su marido, ya impotente, a una quinta
         donde los
vigilaban, con un naso, o con un martillito, en las rodillas, le
tomaron los pezones, con una tenacilla (Beba era tan bonita como una
         profesora…)
Hay Cadáveres

Era ver contra toda evidencia
Era callar contra todo silencio
Era manifestarse contra todo acto
Contra toda lambida era chupar
Hay Cadáveres

Era: "No le digas que lo viste conmigo porque capaz que se dan
         cuenta"
O: "No le vayas a contar que lo vimos porque a ver si se lo toma a
         pecho"
Acaso: "No te conviene que lo sepa porque te amputan una teta"
Aún: "Hoy asaltaron a una vaca"
"Cuando lo veas hacé de cuenta que no te diste cuenta de nada
...y listo"
Hay Cadáveres

Como una muletilla se le enchufaba en el pezcuello
Como una frase hecha le atornillaba los corsets, las fajas
Como un titilar olvidadizo, eran como resplandores de mangrullo, como
una corbata se avizora, pinche de plata, así
Hay Cadáveres

En        el campo
En el campo
En la casa
En la caza
Ahí
Hay Cadáveres

En el decaer de esta escritura
En el borroneo de esas inscripciones
En el difuminar de estas leyendas
En las conversaciones de lesbianas que se muestran la marca de la liga,
En ese puño elástico,
Hay Cadáveres

Decir "en" no es una maravilla?
Una pretensión de centramiento?
Un centramiento de lo céntrico, cuyo forward
muere al amanecer, y descompuesto de
El Túnel
Hay Cadáveres

Un área donde principales fosas?
Un loro donde aristas enjauladas?
Un pabellón de lolas pajareras?
Una pepa, trincada, en el cubismo
de superficie frívola...?

Hay Cadáveres

Yo no te lo quería comentar, Fernando, pero esa vez que me mandaste
         a la oficina, a hacer los trámites, cuando yo
curzaba la calle, una viejita se cayó, por una biela, y los
carruajes que pasaban, con esos crepés tan anticuados (ya preciso,
te dije, de otro pantalón blanco), vos creés que se iban a
dedetener, Fernando? Imaginá…
Hay Cadáveres

Estamos hartas de esta reiteración, y llenas
de esta reiteración estamos.
Las damiselas italianas
pierden la tapita del Luis XV en La Boca!
Las ''modelos" –del partido polaco–
no encuentran los botones (el escote cerraba por atrás) en La Matanza!
Cholas baratas y envidiosas – cuya catinga no compite – en Quilmes!
Monas muy guapas en los corsos de Avellaneda!
Barracas!
Hay Cadáveres

Ay, no le digas nada a doña Marta, ella le cuenta al nieto que es
         colimba!
Y si se entera Misia Amalia, que tiene un novio federal!
Y la que paya, si callase!
La que bordona, arpona!
Ni a la vitrolera, que es botona!
Ni al lustrabotas, cachafaz!
Ni a la que hace el género "volante"!
NI
Hay Cadáveres

Féretros alegóricos!
Sótanos metafóricos!
Pocillos metonímicos!
Ex-plícito !
Hay Cadáveres

Ejercicios
Campañas
Consorcios
Condominios
Contractus
Hay Cadáveres

Yermos o Luengos
Pozzis o Westerleys
Rouges o Sombras
Tablas o Pliegues
Hay Cadáveres

– Todo esto no viene así nomás
– Por qué no?
– No me digas que los vas a contar
– No te parece?
– Cuándo te recibiste?
– Militaba?
– Hay Cadáveres?

Saliste Sola
Con el Fresquito de la Noche
Cuando te Sorprendieron los Relámpagos
No Llevaste un Saquito
Y
Hay Cadáveres

Se entiende?
Estaba claro?
No era un poco demás para la época?
Las uñas azuladas?
Hay Cadáveres

Yo soy aquél que ayer nomás...
Ella es la que…
Veíase el arpa...
En alfombrada sala...
Villegas o
Hay Cadáveres

..............................................
..............................................
..............................................
..............................................

No hay nadie?, pregunta la mujer del Paraguay.
Respuesta: No hay cadáveres.

sábado, 14 de febrero de 2015

Hilario Ascasubi -La Refalosa


Hilario Ascasubi, Córdoba, 14 de enero 1807 - Buenos Aires, 17 de noviembre 1875


La Refalosa

Amenaza de un mazorquero y degollador de los sitiadores de Montevideo, 
dirigida al gaucho Jacinto Cielo, gacetero y soldado de la Legión Argentina, 
defensora de aquella plaza.

Mira gaucho salvajón,
que no pierdo la esperanza
y no es chanza,
de hacerte probar qué cosa
es Tin tin y Refalosa
ahora te diré cómo es:
escuchá y no te asustés;
que para ustedes es canto
más triste que viernes santo.

Unitario que agarramos
lo estiramos;
o paradito nomás,
lo agarran los compañeros
por supuesto, mazorqueros,
y ligao
con maniador doblado,
ya queda codo con codo
y desnudito ante todo.
¡Salvajón!
Aquí empieza su aflición.

Luego, después, a los pieses
un sobeo en tres dobleces
se le atraca,
y queda como una estaca
lindamente asigurao,
y parao
lo tenemos clamoreando;
y como medio chanceando
lo pinchamos,
y lo que grita, cantamos
la refalosa y tin tin,
sin violín.

Pero seguimos el son
de la vaina del latón,
que asentamos
el cuchillo y le tantiamos
con las uñas el cogote.
¡Brinca el salvaje vilote
que da risa!
Cuando algunos en camisa
se empiezan a revolcar,
y a llorar,
que es lo que más nos divierte;
de igual suerte
que al Presidente le agrada,
y larga la carcajada
de alegría,
al oír la musiquería
y la broma que le damos
al salvaje que amarramos.

Finalmente:
cuando creemos conveniente,
después que nos divertimos
grandemente, decidimos
que al salvaje
el resuello se le ataje;
y a derechas
lo agarra uno de las mechas,
mientras otro
lo sujeta como a potro
de las patas,
que si se mueve es a gatas.

Entretanto
nos clama por cuanto santo
tiene el cielo;
pero ahí nomás por consuelo
a su queja:
abajito de la oreja,
con un puñal bien templao
y afilao,
que se llama el quita penas,
le atravesamos las venas
el pescuezo.
¿Y que se le hace con eso?
larga sangre que es un gusto,
y del susto
entra revolver los ojos.

¡Ah, hombres flojos!
hemos visto algunos de éstos
que se muerden y hacen gestos,
y visajes
que se pelan los salvajes,
largando tamaña lengua;
Y entre nosotros no es mengua
el besarlo,
para medio contentarlo.

¡Que jarana!
Nos reímos de buena gana
y muy mucho,
al ver que hasta les da chucho;
y entonces lo desatamos
y soltamos;
y lo sabemos parar
para verlo refalar
¡en la sangre
!hasta que le da un calambre
y se cai a patalear,
y a temblar
muy fiero, hasta que se estira
el salvaje; y, lo que espira,
le sacamos
una lonja que apreciamos
el sobarla
y de manea gastarla.

De ahí se le cortan las orejas,
barba, patillas y cejas;
y pelao
lo dejamos arumbao,
para que engorde algún chancho,
o carancho.

Con que ya ves, Salvajón;
nadita te ha de pasar
después de hacerte gritar:
¡Viva la Federación!


jueves, 12 de febrero de 2015

Ford Madox Ford -Valor a las cuatro de la mañana

Ford Madox Ford, Merton, Reino Unido, 17 de diciembre 1873 - Francia, 26 de junio 1939
Versión Jonio González


Valor a las cuatro de la mañana

Esta mañana los pájaros me despertaron tan temprano que apenas si era de día:
Diez gorriones en la lila, un mirlo en el espino,
Un estornino en algún lugar de las caballerizas, un tordo sobre un sombrero roto,
Abajo, en el patio que usan los tenderos, gritaron: ”¡Cuidado! ¡Cuidado! ¡El gato!”
Nunca estuve con ánimo para escribir versos este año: siempre desperté triste,
Y tarde, cuando era posible, así el tiempo sería más breve; pero me he sentido alegre,
Con una insensata alegría, hoy, que es el dia más largo de junio.
(El mirlo anida en el espino.) Fue apenas ayer al mediodía
Cuando en la larga hierba de Holland Park me pareció –sólo me pareció- oír una alondra...
Oí tu voz, vi tu rostro de nuevo... (Sobre aquel cajón de embalaje
El estornino me despertó antes de que amaneciera imitando el dulce canto del tordo.)




martes, 10 de febrero de 2015

Robert Bly -Sorprendido por la tarde

Robert Bly, EEUU, 23 de diciembre 1926
Versión Santiago Espel


Sorprendido por la tarde

Hay un polvo desconocido cerca nuestro
olas rompiendo al otro lado de la colina, en las orillas.
Pájaros nunca vistos saturan la arboleda
y hay redes estiradas con peces oscuros.

Llega la tarde. Levantamos la mirada y vemos:
ha venido a través de la trama de las estrellas
a través del tejido de la hierba
caminando lentamente por los refugios del agua.

Pensamos que el día no se terminará nunca
y que nuestro pelo parece haber nacido para la luz del día.
Pero al final, las aguas calmas de la noche subirán
y nuestra piel verá la distancia, la lejanía,
como se ven las cosas debajo del agua.

domingo, 8 de febrero de 2015

Georg Trakl -Grodek

Georg Trakl, Salzburgo, Austria, 3 de febrero 1887 - Cracovia, Polonia, 3 de noviembre 1914
Traducción José Luis Reina Palazón



Grodek

En la tarde resuenan los bosques otoñales
de armas mortales, las áureas llanuras
y lagos azules, sobre ellos el sol
rueda más lóbrego; abraza la noche
murientes guerreros; la queja salvaje
de sus bocas destrozadas.
Pero silente se reúne en los prados del valle
roja nube, allí habita un Dios airado
la sangre derramada, frescura lunar;
todos los caminos desembocan en negra putrefacción.
Bajo el áureo ramaje de la noche y las estrellas
oscila la sombra de la hermana por la arboleda silenciosa
al saludar los fantasmas de los héroes, las cabezas sangrantes;
y suenan suave en el cañar las oscuras flautas del otoño.
¡Oh duelo tan orgulloso! Oh altares de bronce,
a la ardiente llama del espíritu nutre hoy un inmenso dolor,
los nietos no nacidos.

 





viernes, 6 de febrero de 2015

Paul Bowles -Escena IV

Paul Bowles, Nueva York, 30 de diciembre 1910 – Tánger, Marruecos, 18 de noviembre 1999
Versión Santiago Espel


Escena IV

Descansa de las obligaciones, con un sedante.
No olvides el plan de fuga. Confía en la noche.
Delira y observa cómo se resquebraja lentamente el cristal
hasta formar un coágulo de sangre en el ojo de la mente.

“Acordamos encontrarnos cuando los árboles
estuvieran talados”

No demoremos el castigo. Exige toda la sangre futura.
Las feroces memorias donde nos ahogamos
y las horas de sosiego detrás de las paredes de nervios:
¿Sentirás la avaricia y les pondrás candado 
fuera de la tormenta, y fuera del alcance de la enfermera?


miércoles, 4 de febrero de 2015

Gregory Corso -Ehh!!!

Gregory Corso, Nueva York, 26 de marzo 1930 - Minnesota, 17 de enero 2001
Versión Esteban Moore



Ehh!!!

No hay ningún dios
parecido a María, la rubia exitosa
la mejor estudiante de su clase en Vassar
No hay ningún dios del tamaño de la boca de Joan Crawford
que en la muerte sonríe en el polvo
como una línea de blanca
No hay ningún dios
que se haya lamentado por el dinosaurio
más de lo que lo hizo el tipo más sincero
en el bar más decrépito de Baltimore
No hay ningún dios
como el de Mozambique Mort
excepto quizás el de Iwo Jima Jennifer
o el dios de Al el abisinio
o el dios de Sid el sumerio
o
no hay ningún dios
el día después de Milwaukee
Ningún dios
cincuenta años después de la leche derramada
ningún dios
más grande que
la arrogante reina de la belleza de América
en un accidente automovilístico
con su bmw
Sin dios
el reverendo Jerry Falwell
podría estar despachando hamburguesas con rodajas de cebolla
a los parroquianos de un bar, el White Swallow quizá
Sin dios
millones de inteligencias eternas de los creyentes muertos se joden
Con dios
millones de creyentes vivos hieden
Por qué debe existir algún dios
para aquellos como vos o como yo
cuando el hombre de las cavernas
nunca conoció al dios de Billy Graham
y nunca un cavernícola fue judío
Dame las pruebas de la existencia de un dios
parado entre los culos arrugados
de un Rex Roberts y de un Oral Humbard
Yo puedo probar que no existe un dios
de Missouri
Yo soy de la ciudad de Nueva York
como si a los testigos de Jehová les importara
Como puede haber un dios
cuando los burros prefieren la paja al oro
y las personas que algo más saben, prefieren el oro
y huyendo con él son baleados en las piernas
No puede haber Dios cuando los pollos comen huevos duros
y seguramente no puede existir un dios
cuando los Gregorios son llamados Goyos




alpialdelapalabra.blogspot.com



 

lunes, 2 de febrero de 2015

Jacobo Fijman -El canto del cisne

Jacobo Fijman, Moldova, 25 de enero 1898 – Buenos Aires, 1 de diciembre 1970


El canto del cisne

Demencia:
el camino más alto y más desierto.

Oficio de las máscaras absurdas; pero tan humanas.
Roncan los extravíos;
tosen las muecas
y descargan sus golpes
afónicas lamentaciones.

Semblantes inflamados;
dilatación vidriosa de los ojos
en el camino más alto y más desierto.

Se erizan los cabellos del espanto.

La mucha luz alaba su inocencia.

El patio del hospicio es como un banco
a lo largo del muro.

Cuerdas de los silencios más eternos.

Me hago la señal de la cruz a pesar de ser judío.

¿A quién llamar?
¿A quién llamar desde el camino
tan alto y tan desierto?

Se acerca Dios en pilchas de loquero,
y ahorca mi gañote
con sus enormes manos sarmentosas;
y mi canto se enrosca en el desierto.

¡Piedad!