miércoles, 30 de marzo de 2016

Vitezslav Nezval -Ciudad de torres

Vitezslav Nezval, Biskoupky, 26 de mayo 1900 – Praga, 6 de abril 1958
Traducción Clara Janés


Ciudad de torres

Praga de las cien torres
con los dedos de todos los santos
con los dedos de los perjuros
con los dedos de fuego y granizo
con los dedos de un músico
con los deslumbrantes dedos de mujeres tumbadas de espaldas
con dedos que tocan las estrellas
en el ábaco de la noche
con los dedos de donde mana la noche
con dedos estrechamente unidos
con dedos sin uñas
con los dedos de los niños más chicos y afiladas briznas de yerba
con los dedos de un cementerio en mayo
con los dedos de una pordiosera y de toda la clase
con los dedos del trueno y del rayo
con los dedos de los crocus de otoño
con los dedos del castillo y de las viejas arpistas
con dedos de oro
con dedos por donde silba el mirlo y la tormenta
con dedos de puertos de guerra y clases de baile
con los dedos de una momia
con los dedos de los últimos días de Herculano y de la Atlántida sumergiéndose
con dedos de espárrago
con dedos de cuarenta grados de temperatura
y helados bosques
con dedos sin guantes
con dedos en los que se ha posado una abeja
con dedos de alerce
con dedos que tocan el flautín de la orquesta de la noche
con dedos de jugadores tramposos y de acerico
con dedos deformados por el reumatismo
con dedos de fresas
con dedos de molinos de viento y ramos de lilas
con dedos de agua de la fuente y con dedos de bambú
con dedos de trébol de cuatro hojas y viejos claustros
con los dedos de creta diluida por el agua
con dedos de cucos y de árbol de Navidad
con dedos de mediums
con dedos cepillados por el vuelo de un pájaro
con los dedos del tañido de las campanas y del viejo palomar
con los dedos de la inquisición
con los dedos lamidos para probar el viento
con los dedos de enterradores
con los dedos de ladrones de anillos
de manos que tocan la ocarina
con los dedos de deshollinadores de Nuestra Señora de Loreto
con los dedos de los rododendros y las fuentes de la cabeza del pavo real
con los dedos curtidos de la cebada que madura en el mirador de Petrin
con los dedos de mañanas de coral
con dedos que señalan hacia arriba
con los dedos cortados por la lluvia y la iglesia de Tyn con el guante del crepúsculo
con los dedos de la hostia profanada
con los dedos de la inspiración
con largos dedos sin falanges
con los dedos con que escribo este poema

lunes, 28 de marzo de 2016

Myra Jara -Para Fabian Wigand

Myra Jara, Lima, Perú, 12 de junio 1987


Para Fabian Wigand

Fabian es un hombre suave en Alemania
Que me bañaba y lavaba mi rostro,
Me cuidaba
Y me llevaba cada semana adormecida al hospital
En taxis largos que avanzaban con los árboles
Mientras el olor de las plantas frías
Llegaba a mí, nublada y soñante

Cuando estaba con él, a veces escondía un pedazo de pan
Para después comerlo y vomitarlo
Me limpiaba sola en su baño, haciendo poco ruido
Y me miraba en el espejo

Fabian era un ángel que caminaba en sandalias por las habitaciones
Alto pálido delgado,
El hombre más bueno,
Bebía cervezas mientras preparaba las frutas
Las fresas, el agua

Yo caminaba por el corredor del departamento de sus padres
Mientras en la terraza él cuidaba las plantas,
Veía siempre el pequeño cuadro de Beuys
La foto de su madre joven y desnuda
Las máscaras africanas

Pensaba en la sofisticación de su familia
En la feminidad de su hermano menor
Ellos cuidaban las cosas frágiles
Miraban con pureza mi rostro

En la tarde paseaba en piyama entre las paredes blancas
Me sentaba en los sillones, frente a los libros
Pensaba ligeramente en mi mamá
Sus ojos
El olor de su cama

Pero nada recordaba de ella después en el tren
Quería ir a perder algo en un bar
Beber agua
Besar a algún hombre

Dejaba a Fabian preocupado en su casa
Él era incapaz de masturbarse
Lo dejaba pensando en mí,
Mientras las horas pasaban
Él miraba mi cama
Mi silla al lado de las plantas
Tenía miedo

Por eso regresaba a recostarme en sus brazos
Y él me acariciaba delicadamente
Me perdonaba las cosas con los otros hombres

Juntos, en medio de la noche, mirábamos el cielo en Hamburgo
Susurrábamos
Él me amaba y yo no
Pero mirábamos el cielo frío, precioso

Recuerdo a Fabian dormido entre mis brazos
Mientras yo miraba sus pestañas largas y rubias,
Dentro de él corría un viento iluminado
Flotaba entre su tímida infancia
Su rostro
La transparencia de sus manos

La intensidad con la que me miraba Fabian
Tenía una complicación en mi vida
Sus largas manos
Sus piernas recostadas

Recuerdo sus manos blancas acariciando mi pelo
Y en la distancia, la desahuciada sensación
De verlo recostado al lado de mi ropa

Le dije una noche, una de las últimas
Mientras él lloraba sentado en un rincón
Que no me curaría jamás por completo
Que siempre tendría dentro de mí
Una estrella roja y punzante

La vida sin Fabian es rápida y cambiante
Algunos veces en la noche
Pienso un poco en él
Recuerdo sus ojos con nostalgia
Su manera de salvarme
El dolor que le causé

Fabian es un hombre suave que duerme en Alemania
Y yo amo que duerma en su cama blanda, que observe el cielo y las plantas
Amo que cocine para él y coma algo en la mesa
Que lave tranquilamente su rostro

Hay pasión en su ausencia y su silencio
Es una pasión que he encontrado dentro de mí
Cubierta de frío y de pureza

Sé lo que hay en su mirada delicada
Él está en mi vida,
Moviéndose en mis recuerdos,
Y yo estoy en la suya
Como una niña limpia saliendo de la ducha
Callando para que él se tranquilice
Y me vea por horas,
Sollozando y durmiendo.

sábado, 26 de marzo de 2016

Santiago Alassia -VII

Santiago Alassia, Rafaela, Santa Fe, 1 de diciembre 1979


VII

Creyendo que sufríamos locura, difteria o fiebre,
u otra enfermedad capaz de hacernos patalear,
cruzar el límite de un charco, o levantar temperatura,
papá y mamá dejaron todo: la casa grande,
la porcelana, el coche nuevo, y nos mandaron
a conocer los mares, para aprender a pedir las cosas
de una vez y para siempre, con claridad, con modos limpios.
Oblicuamente caigo ahora, como lluvia,
y no resulta fácil decir ‘amigo’:
el corazón está cerrado.




jueves, 24 de marzo de 2016

Tilo Wenner -Amplio horizonte abrázame

Tilo Wenner, Entre Ríos, 3 de febrero 1931 – Escobar, 26 de marzo 1976
(detenido-desaparecido)


Amplio horizonte abrázame

Es tan difícil no recordar a los amigos idos
El placer de una conversación
Esta brisa que me corroe la sangre y hace aflorar
la imagen más detallada de la mujer que amo
Me sobresalta lo que cae y camina en la noche de la memoria
Vengan y siéntense sobre mi corazón humillados,
los muertos con la palabra inconclusa de un proyecto
claro como el resplandor del sol,
la espuma del mar cuando la luna cruza las profundidades
del deseo
Latir, caminar, ascender, aprisionar los momentos
cargados de sustancias imponderables
Caer como en un sueño, como en un delirio
Flotar en un mar con peces helados que lloran el verano
extraviado entre las páginas preferidas del libro preferido
de la viuda.
Quiero decir que hay mucho de injusto para los que han
amado tanto, que tanto se han estudiado, que tanto
se han comunicado
Los compañeros, veo sus rostros cuando la metralla
destruyó la mecánica maravillosa de sus razonamientos
Les digo: compañeros los amo
Vivo porque ustedes han muerto ricos
Las voces de ustedes suben hasta mí como una invitación
para una gran marcha hacia un porvenir que encierra
todo el presente
Esta brisa suave, casi asesina, que fluye
entre la luna y mi cuerpo
Toda resistencia nos contamina
Toda contaminación trae impurezas, insatisfacciones
ocultas bajo el manto de una pureza insatisfecha
Somos de una madera muy extraña
Nuestro olor es indefinido
Nunca contiene toda la atención del universo
Que es una ardilla maniosa
Nada debe distraernos de un beso, un abrazo
Cuando más nos amamos más hermosos nos volvemos
Todo parece existir de una vez y para siempre
Esta brisa
No puedo decir que es esta brisa
Este silencio que en mi mente es como es amor
de nuestros cuerpos
Siempre está el cuerpo
A veces nos distrae es cierto
Sin él estaríamos distraídos para siempre
Sólo se puede tocar el cuerpo
Tocar también es hacer música
Hay luces que uno no puede arrancar de los puentes de la memoria
Tu pequeña mano morena en mi mano blanca
A veces me dan ganas de llorar como un niño hasta
entrar en un sueño lleno de bellísimos pezones.

martes, 22 de marzo de 2016

Flora Levi -La radio

Flora Levi , Buenos Aires 18 de enero 1950


La  radio  

“Hay más noticias para este boletín”
repetía Ariel Delgado.
La radio  se metía en nuestras vidas
como Hilda Bernard y Oscar Casco
en las tarde de novelas.
Los reyes, las reinas, las trampas de la abuela
contar porotos y la magia
la soberana magia
que repite día tras día
las travesuras del sol en la vereda. 

domingo, 20 de marzo de 2016

Filippo Tommasso Marinetti -El automóvil de carrera

Filippo Tommasso Marinetti, Alejandría, 22 de diciembre 1876–Bellagio, 2 de diciembre 1944 
Versión Lino Mondino


El automóvil de carrera

Vehemente dios de una raza de acero,
Automóvil ebbrrrio de espacio,
que piafas y te estrrremeces de angustia
tascando el freno con estridentes dientes…
Formidable monstruo japonés
de ojos de fragua,
nutrido de llama
y de aceites minerales,
ávido de horizontes y presas siderales…
¡yo desencadeno tu corazón que golpea diabólicamente,
desencadeno tus gigantescos neumáticos,
para la danza que sabes danzar
en los blancos caminos de todo el mundo!

¡Aflojo finalmente
tus metálicas riendas
y con voluptuosidad te lanzas
al Infinito liberador!
Ante el ladrido de tu gran voz
he aquí al sol que se pone a perseguirte veloz,
acelerando su latido en el horizonte…
¡Mira cómo galopa, al fondo de los bosques, allá abajo!...
¿Qué importa, mi hermoso demonio?
¡Estoy a tu merced!... ¡Prrréndeme!... ¡Prrréndeme!

Sobre la tierra ensordecida, aunque vibre
de ecos locuaces;
bajo el cielo ciego, aunque lleno de estrellas,
yo voy exasperando mi fiebre
y mi deseo,
pegando con grandes estocadas.

Y de vez en cuando alzo la cabeza
para sentir sobre el cuello
el blanco apretón de los brazos
locos del viento, aterciopelados y fresquísimos…
Son tuyos esos brazos fascinantes y lejanos
que me atraen, y el viento
no es más que tu aliento abismal,
¡oh Infinito sin fondo que con alegría me absorbes!...
¡Ah! ¡Ah! De pronto veo molinos
negros, descoyuntados,
que parecen correr sobre las alas
de tela vertebrada
como sobre piernas dilatadas…
Ahora las montañas están por arrojar
sobre mi fuga mantas de soñolienta frescura,
allá, en esa curva sinuosa.
¡Montañas! ¡Mamuts en monstruosa tropa
que pesada trotás, enarcando
inmensas grupas,
héos aquí superadas, envueltas
por la gris madeja de las nieblas!...
Y oigo el vago, resonante ruido
que estampan en los caminos
las fabulosas botas de siete leguas
de pies colosales…
¡Oh montañas de frescos mantos turquíes!
¡Oh hermosos ríos que respirás
dichosamente al claro de luna!
¡Oh tenebrosas llanuras!... ¡dejo atrás al galope
sobre este monstruo mío enloquecido…!
¡Estrellas! ¡Mis estrellas! ¿Escuchás
la precipitación de sus pasos?...

¿Escuchás su voz, que la cólera parte…,
su voz que estalla, que ladra, que ladra…,
y el tronar de sus férreos pulmones derrrumbándose
sobre prrrrecipicios
interrrrminablemente?...

¡Acepto el desafío, oh mis estrellas!...
¡Más rápido!... ¡Todavía más rápido!...
¡Y sin descanso ni reposo!...
¡Suelta los frenos! ¿No puedes?
Apretalos, entonces,
que el latir del motor centuplique sus revoluciones.

¡Hurrrra! ¡No más contactos con esta tierra inmunda!
¡Por fin me separo y vuelo ágilmente
sobre el embriagador río de los astros
que se hincha en creciente sobre el gran lecho celeste!

viernes, 18 de marzo de 2016

Máximo Ballester -Una rama se quiebra...

Máximo Ballester, San Fernando, 6 de septiembre 1964


Una rama se quiebra
y ese sonido es el primer acorde de mi sinfonía.
Le siguen la hojarasca interpretada por el viento,
el aleteo de un pájaro,
el baile de las copas soberbias en su verdor
de las que baja polvo de corteza y dos o tres hojas muertas.
Las ramas crujen a su tiempo. Y luego emerge
un silbido más allá, como de una brisa ligera pasando
por una cavidad estrecha y pequeña.
La rama quebrada oscila. Marca un tiempo.
Mi respiración se extiende hasta el crepúsculo.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Harold Norse -William Carlos Williams

Harold Norse, Brooklyn, 6 de julio 1916 – California, 8 de junio 2009
Versión Esteban Moore


William Carlos Williams

Te quiero agradecer
      por la acacia rosada
      y por la mula blanca
                        por el afilado
escalpelo
       que cinceló
              poesía  memorable

esos versos plateados habrán de brillar
como lo hace
la luna llena en octubre
a través
             de árboles infinitos

                     vos arrancaste
                     un  jazzeado canto nativo
                     del vientre
                             de América

que debe ser escuchado
como una rocola
        pasando canciones populares
no
no podemos olvidarnos
                 de tu sonido

te quiero agradecer
por estar vivo
a pesar de que estás muerto y enterrado
donde las aguas del Passaic
atraviesan parques
y los basurales de Jersey –¡tu
territorio! gracias
por cantar acerca de las agencias
           de autos usados
y del quebrado cerebro
que dice ‘la verdad sobre nosotros’
tus serenos dedos quirúrgicos cortan
a través de la formal mierda literaria
etiquetada   AU TÉNTICA
                   PUREZA AMERICANA

te veo  en la puerta
en Rutherford
tomándome de los hombros
dándome la bienvenida, los ojos encendidos
mientras nos sentamos y hablamos
            hasta que la luz desaparece
retorcés tus manos
            y golpeás el suelo con tu pie
como un caballo de carrera
             en las gateras
                  oliendo la muerte

marcás los pasos  relinchás   sos un potrillo
increíblemente joven    tu voz estridente
agitada
                 jesúúús que higiénico
y limpio genio habita tu angustia!!!!!!!!
 la vejez
                  la enfermedad
                      la negra tierra
           en tu garganta

pero esa flor de tiernos verdes
tu asfódelo
        todavía florece

Gracias por nuestra famosa fiesta en el jardín
en la parte de atrás de tu casa con las rosas

nos sentamos escuchando una mezcladora de cemento
        la radio a todo volumen
  en el local que venden rezagos militares

la apropiada medida de esa
lengua que nunca te agobió
      -No es Inglés- sí el llano
             idioma norteamericano
que amaste
tanto como los basurales
y la mujeres inmigrantes
de tu paisaje
                          “yo
habré de experimentar hasta la muerte”


¿en qué cielos
experimentarás ahora?
¿estará el asfódelo
meciéndose en la brisa
            en los desarmaderos
de automóviles de DIOS?
               ruedas
de carroza herrumbradas
abandonadas
               y quizás
atoradas por el polvo


me pregunto
los coros angélicos
cantan en ¿metro de pie variable?





alpialdelapalabra.blogspot.com

lunes, 14 de marzo de 2016

Iehuda Amijai -Balada en las calles de Buenos Aires

Iehuda Amijai, Wurzburgo, 3 de mayo 1924 - Israel, 22 de septiembre 2000
Traducción Gerardo Lewin


Balada en las calles de Buenos Aires

El hombre aguarda en las calles y encuentra a una mujer
hermosa y precisa como el reloj que cuelga en su cuarto
pálida y triste como la pared donde cuelga el reloj.

Ella no le muestra sus dientes
no le muestra su vientre
pero le muestra su tiempo hermoso y preciso.

Ella vive en la planta baja, junto a las cañerías,
y las aguas que suben comienzan en su pared
y él tomó partido por la suavidad.

Ella conoce las razones del llanto
y conoce las razones de la contención
y él comienza a parecerse a ella, a ella

y su cabello se alarga y suaviza como el de ella
y las duras palabras del idioma de él se deshacen en la boca de ella
y como los de ella, sus ojos se llenan de lágrimas.

Las luces del semáforo se reflejan en el rostro de ella
y ella se detiene allí, en lo permitido y lo prohibido
y él tomó partido por la suavidad.

Ellos caminan por calles que aparecerán en los sueños de él
y en silencio la lluvia les llora por dentro, como en una almohada,
y el tiempo impaciente los convierte en profetas.

Él la perderá en la Luz Roja
y la perderá en el Amarillo y en el Verde
y la luz siempre estará al servicio de las pérdidas.

Él no estará cuando se acaben el jabón y la crema
y no estará cuando se ponga en hora nuevamente el reloj
y no estará cuando su vestido se deshaga en hilos por el aire.

Ella clausurará las salvajes cartas de él en su silencioso armario
y se acostará a dormir junto a las aguas que estan en la pared,
conocerá las razones del llanto y las razones de la contención
y él tomó partido por la suavidad.

sábado, 12 de marzo de 2016

Pablo Neruda -Oda a Jean Arthur Rimbaud

Pablo Neruda, Parral, Chile, 12 de julio 1904 - Santiago, 23 de septiembre 1973


Oda a Jean Arthur Rimbaud

Ahora
en este octubre
cumplirás
cien años,
desgarrador amigo.
¿Me permites
hablarte?
Estoy solo,
en mi ventana
el Pacífico rompe
su eterno trueno oscuro.
Es de noche.
La leña que arde arroja
sobre el óvalo
de tu antiguo retrato
un rayo fugitivo.
Eres un niño
de mechones torcidos,
ojos semicerrados,
boca amarga.
Perdóname
que te hable
como soy, como creo
que serías ahora,
te hable de agua marina
y de leña que arde,
de simples cosas y sencillos seres.
Te torturaron
y quemaron tu alma,
te encerraron
en los muros de Europa
y golpeabas
frenético
las puertas.
Y cuando
ya pudiste
partir
ibas herido,
herido y mudo,
muerto.
Muy bien, otros poetas
dejaron
un cuervo, un cisne,
un sauce,
un pétalo en la lira,
tú dejaste un fantasma
desgarrado
que maldice
y escupe
y andas
aún
sin rumbo,
sin domicilio fijo,
sin número,
por las calles de Europa,
regresando a Marsella,
con arena africana
en los zapatos,
urgente
como un escalofrío,
sediento,
ensangrentado,
con los bolsillos rotos,
desafiante,
perdido,
desdichado.
No es verdad
que te robaste el fuego,
que corrías
con la furia celeste
y con la pedrería
ultravioleta
del infierno,
no es así,
no lo creo,
te negaban
la sencillez, la casa,
la madera,
te rechazaban,
te cerraban puertas,
y volabas entonces,
arcángel iracundo,
a las moradas
de la lejanía,
y moneda a moneda,
sudando y desangrando
tu estatura
querías
acumular el oro
necesario
para la sencillez, para la llave,
para la quieta esposa,
para el hijo,
para la silla tuya,
el pan y la cerveza.
En tu tiempo
sobre las telarañas
ancho
como un paraguas
se cerraba el crepúsculo
y el gas parpadeaba
soñoliento.
Por la Commune pasaste
niño rojo,
y dio tu poesía
llamaradas
que aún suben castigando
las paredes
de los fusilamientos.
Con ojos
de puñal
taladraste
la sombra
carcomida,
la guerra, la errabunda
cruz de Europa.
Por eso hoy, a cien años
de distancia,
te invito
a la sencilla
verdad que no alcanzó
tu frente huracanada,
a América te invito,
a nuestros ríos,
al vapor de la luna
sobre las cordilleras,
a la emancipación
de los obreros,
a la extendida patria
de los pueblos,
al Volga
electrizado,
de los racimos y de las espigas,
a cuanto el hombre
conquistó sin misterio,
con la fuerza
y la sangre,
con una mano y otra,
con millones de manos.
A ti te enloquecieron,
Rimbaud, te condenaron
y te precipitaron
al infierno.
Desertaste la causa
del germen, descubridor
del fuego, sepultaste
la llama
y en la desierta soledad
cumpliste tu condena.
Hoy es más simple, somos
países, somos
pueblos,
los que garantizamos
el crecimiento de la poesía,
el reparto del pan, el patrimonio
del olvidado. Ahora
no estarías
solitario.

jueves, 10 de marzo de 2016

Juan Carlos Bustriazo Ortiz -Bordona

Juan Carlos Bustriazo Ortiz, La Pampa, 3 de diciembre 1929 – La Pampa, 1 de junio 2010


Bordona


Pasa niebla con el pelo suelto

(“por la cruz yo te digo, juan, la copa, y en su nombre me espejo
lo enyescado, lo sentido del vaso, Juan, qué pasa, quién vihuela sol-
tada de humo santo, esta casa de sal, la noche mía, esta noche aca-
bada sin regazo, niebla pasa de costa enfueguecida, de palacio que-
mado son sus pájaros, de alma suelta se viene, dobla el viento o la
esquina del viento enoverado, pasa suelta de sienes, pensamientos,
hoguerones del éxtasis llorando, se le vuelan las niñas de los ojos,
el plumaje azafrán, lo perfumado, se le vuelan los ayes de la boca,
abejones sonrojos son sus brazos, se le vuela la noche amarillada
“de la niebla de dios, dobla el quebranto de la calle de mí, juan, va
“soltada, ni sin carne ni huesos, va volando, suelta suelta, cortada
“de la niebla, con su pelo de niebla bor-
“doneado, juan, la noche, la copa, el entre-
“vero redondito del trago en desamparo,
“niebla pasa, la suelta de humaredas, des-
“humada del tiempo, de lo amargo, suelta
“de humo, de antigua cabellera de la nie-
“bla pintada en los piedrajos, juan, la
“niebla que pasa desatada, suelta de agua
“y de sangre, mi costado siente su aire
“latiendo la sal negra de su flauta, ya,
“juan, campana, canto, cencerrura del cielo
“tan soltada de mujer de la niebla, juan,
“el vaso, pasa suelta de diosa, puma suel-
“ta, cachorrita del monte, ojo rasgado, juan,
“la niebla sueltísima de nuncas, niebla jo-
“ven, nieblor ensusurrando, doledor quedo,
“juan, de eternidades, yo le adoro la vida,
“siento pasos… “)



“…ay …, esta enorme, terrible mesa mía…”

(“vengan, noches, que el pan es una boca en la boca que huye de la espina,
“vengan, cielos, la yesca de la mesa tañe de oro sagrado, repartida, una
´”llama que cae en las cabezas, un quetral de los cielos, una niña que se
“sale de la niebla, que se hornea, que se arrulla de pan de olor, cobriza, nie
“bla niebla de olor, ala en la yesca, juan, la luna es un ascua conmovida, ven-
“gan árboles vivos, rosas, pájaros, heriduras no me oigan, muertes finas, muer-
“tes bárbaras, juan, la niebla tarda, apenitas un agua enlejosida, pasan aguas
“redondas por la calle, aguas dulces de a dos como mellizas, juan, la noche,
“la yesca tañedora, juan, la calle, la sal de aquella esquina, otra vez estos
“símbolos quemados en la mesa se agolpan, se persignan, vengan, fuegos de le-
“jos, vengan, cantos, alerón de las bardas, las bardinas, los paisanos del vien-
“to, vengan, ruidos, luces malas, juan, vengan, costeritas, las bandadas de dios,
“las jagüaleras, cicatrices del vino, juan,
“esquilas, las comparsas paisanas, pobres in-
“dios esquilando entre piedras que caminan,
“juan, la niebla es un beso por la frente, por
“los ojos la niebla es una chilca, un olor de
“la chilca, juan, la yesca, vengan piedras salto-
“nas, primitivas, muertes ciegas y tristes no me
“escuchen, juan, la copa de niebla, la escudilla,
“vengan, flores de piedra, boleaderos, vengan, ca-
“rros quemados, torrecitas, juan, la mesa es el
“mundo, no hay distancias, tajamares del loco,
“travesías, vengan, flores de niebla, venga, nie-
“bla, juan, la copa, los cerros de la vida!... “)



“…ay, juan, la piedra infiel, la siesta, ay,
el poniente…”

(“…moradito el poniente, juan, la sangre de la vida, la tarde machucada,
“niebla vuela en la siesta, misteriosa, en la siesta que se va, juan, de mi ala,
“allá lejos la piedra que se mueve en un cerro que brilla como la plata, el
“abuelo que afila su cuchillo en la piedra que vive, que se habla, en los
“cerros salados, juan, la piedra que se gasta la sombra milenaria, en la sies-
“ta se va, piedra del hambre y se vuelve con ojos de torcaza, juan, la tarde
“de piedra que se mece, que se arrulla en la siesta espinamala, en el pecho
“me esplende este salitre, esta plata del diablo ensortijada, esta joya sin
“dios, trapelacuche, pectoral de la muerte con sonajas, en la siesta se vue-
“la, juan, y vuelve de perfume majado en las miradas, moradito el poniente,
“y el cuchillo del abuelo en la pie-
“dra que se hamaca, juan, la siesta me
“miente, yo la dejo que me taña su mú-
“sica delgada, que me abeje su abeja
“infiel, la piedra del abuelo afilando
“su hoja mansa, juan, la siesta, dónde an-
“da niebla, dónde, en qué esquina del co-
“bre está su casa, mata oscura me soy
“sobre la piedra, juan, matojo de sienes
“torturadas, moradito el poniente, mora-
“dito, pectoral, parirura de la plata,
“plata hereje, sal, sal, trapelacuche,
“plataespinayelurapuñalada, juan, la
“siesta terrible, y ella vuelve, berme-
“jita me arrulla, me alabanza, y el cu-
“chillo en la piedra del abuelo, inocen-
“te terror de la chivada, moradito el
“poniente, juan, la siesta, ella vuelve,
“la plata canta, canta…”)


martes, 8 de marzo de 2016

Amelia Biagioni -Oh tenebrosa fulgurante

Amelia Biagioni, Gálvez, Santa Fe, 4 de abril 1916 – Buenos Aires, 19 de noviembre 2010


Oh tenebrosa fulgurante

Oh tenebrosa fulgurante, impía        
que reinas entre cábala y quimera    
Oh dura poesía
que hiciste mi imprevista calavera.  

Por qué me diste huesos  
sí yo era, entre lenguas, "la que nombra
muriendo transparente", y entre besos,
"llovizna", desde el beso hasta la sombra;

Sí yo era la pálida costumbre            
de cruzar el otoño trashumante,
mientras tú suavemente, ave de lumbre      
alta volabas y constante.

Por qué bajaste oscura. Mis despojos
creas, desencadenas mi esqueleto.
Devoraste mis párpados, mis ojos  
mi corazón secreto.  

Oh sacrílega maga que ceñiste      
la gracia en hambre, alazo, pico y garra
por qué en tu salamandra convertiste
a mi tristísima cigarra.      

Por qué. Pero me ofrezco y apaciento
mis huesos, y mi cara se acostumbra
a ser tan sólo profecía y viento
Come, cuerva. Y relumbra.

domingo, 6 de marzo de 2016

Gito Minore -¿Quién nos quita lo bailado?

Gito Minore, CABA, 24 de abril 1976


¿Quién nos quita lo bailado? 

Unidos y despreocupados,
el inicio de este entuerto
nos ofreció
la incalculabilidad
de una felicidad platónica.
El indiviso territorio
de nuestros cuerpos,
propició de laboratorio
donde la metáfora,
los gritos, los versos,
la poesía con P mayúscula
se experimentaba
en todas sus formas.
De más está decirlo,
vivimos esta pasión
infradotadamente,
nos amamos
con un amor mogólico,
desentendido de futuro,
condones, edades,
compromisos sociales
y un largo y penoso
etcétera desconocido.
Se trataba de vivir
y frescamente
cumplíamos el mandato.
Fue una edad dorada
inolvidable, inmarcesible.
Entonces un día
llegó el tiempo General
y sus milicos
a sembrar a fuerza de cálculo,
la canalla y la desidia.
Se alambró, se privatizó,
se dividió equitativamente,
como Dios manda,
a cada quien su propia miseria.
No se pudo hacer nada,
estaba todo dicho,
lo justificamos idiotamente.
Después de la tormenta,
apenas si nos miramos
a los ojos
con temor y algo de espanto.
Una vez individualizados
corrimos cada quien
por su lado,
a cubrirnos la vergüenza
con un par de antiguos versos
derretidos
bajo el último refucilo.
El nuevo siglo nos sorprendió
deprimidos y dominados,
travestidos
en la línea de caja
de un Mc Donalds,
disputándonos el cuarto puesto
de infeliz del mes.
Alquitranados, pijifláccidos,
esperando la definición
de la Nacional por Crónica TV.
Conformes,
con aire acondicionado
y tres dientes por sonrisa
y un disco de veneno
rayado,
girando en nuestra nada propietaria,
cantando,
cantándonos
¿quién nos quita lo bailado?,
¿quién nos quita lo bailado?,
¿quién nos quita lo bailado?.



viernes, 4 de marzo de 2016

Olga Orozco -Conversación con el ángel

Olga Orozco, Toay, La Pampa, 17 de marzo 1920 – Buenos Aires, 15 de agosto 1999


Conversación con el ángel

Contigo en aquel tiempo yo andaba siempre absorta,
siempre a tientas, a punto de caerme, pero indemne y eterna,
tomada de tu mano.
Ya casi te veía, lo mismo que al destello de un farol en la niebla,
una señal de auxilio en la tormenta.
Sí, tú, mi sombra blanca, transparencia guardiana,
mi esfinge azul hecha con el insomnio y el íntimo temblor de cada instante,
igual que una respuesta que se adelanta siempre a la pregunta.
Sin duda en algún sitio aún estarán marcados tus dos pies delante de mis pasos
porque te interponías de pronto entre mi noche y el abismo.
Sospecho que convertías en refugios dorados mis peores pesadillas,
que apartabas las setas venenosas y las piedras sangrientas
y venciste acechanzas y castigos.
Tal vez hasta me contagiaras la sonrisa
y lloraras después un larguísimo tiempo con mis lágrimas, vestido con mi duelo.
Después, mucho después, en esos años en que creí perderte
en algún laberinto o en una encrucijada,
fue cuando me dejaste a solas, tan mortal, en el destierro.
Quizás te convocaron de lo alto para un duro relevo,
y acudiste como un vigía alerta sin mirar hacia atrás,
aunque a veces descubrí tu perfume de nube y de jazmín en una ráfaga
y hasta palpé la suavidad que deja la huida de una pluma debajo de la almohada.
Ahora, ya replegada toda lejanía con un golpe ritual,
como en un abanico que se cierra,
frente al fuego donde arde de una vez el lujoso inventario de todo lo imposible,
contemplamos los dos el muro que no cesa,
no aquel contra el que lloraríamos como estatuas de sal a la inocencia,
su mirada de huérfana perdida,
sino el otro, el incierto, el del principio y el final,
donde comienza tu oculto territorio impredecible,
donde tal vez se acabe tu pacto con el silencio y mi ceguera.



miércoles, 2 de marzo de 2016

Alejandra Pizarnik -El despertar

Alejandra Pizarnik, Avellaneda, 29 de abril 1936 – Bs. As. 25 de septiembre 1972


El despertar

                                                      A León Ostrov

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo