miércoles, 30 de noviembre de 2016

Paula Jiménez España -Baltimore

Paula Jiménez España, Bs As, 23 de agosto 1969


Baltimore

Al ascender al buque
olvidaré aquella escala
donde el mar
atropellaba al inundado
y en las fondas los hombres
se reían
a carcajadas. Rabiosos
como perros contagiados
bajaban a los burdeles,
seleccionaban mujeres
por su color de pelo
o por el tamaño de sus culos,
a toda hora seleccionaban
con un jarro en la mano
espumoso
como sus bocas,
desbordadas como
sus pantalones ya justos
de tanto aguantar
los cinco meses
que esperaban Baltimore.
Han cambiado en esa fonda
tres veces al pianista
pasado por navaja
y ningún hombre
puede sostener ya
una nota en ese puerto.
La sola idea de la sangre
sobre el blanco
de las teclas
o el parquet viejo donde marcan
el ritmo los zapatos,
da escozor a los músicos
del pueblo, y por eso
el futuro muerto
es siempre un viajero.
Mentiría diciendo
que una mujer no puede
ser feliz en Baltimore.
Hablo de mí:
adoré a Dafne en una fonda
de Palermo, “parecés
un marinero de Baltimore”
dijo Mane, y ambas me arrojaron
a las orillas de este cuento.
Una, una vez,
de peluca amarilla
inquietantemente alegre
se cargó al músico
de un puñal en la tráquea.
Pasaron dos horas
y no había hombre
que se le resistiera. No había
hombre que no sintiese
miedo y el miedo
es la antesala
de la pasión. Enloquecían
por ella. Una pantera rubia
recostando su mirada
sobre una barra de madera
donde un barman cazador
la ignoraba y la quería.
La quería
como se puede querer
lo que se ignora.
Alguien bajó la tapa
del teclado y el piano
fue suplantado
por un coro de marinos
alemanes y borrachos
que chocaban entre sí los vasos
hasta pulverizarlos en el aire.
La fiesta y el muerto
duraron tirados en medio de la sala
hasta que el buque
llamó a ocupar los puestos.
Comienza así la pausa
que va de Baltimore
a Baltimore.
Mientras trabajan
colgando sogas enroscadas
en sus hombros
y trepando a los mástiles
sueñan con la próxima
noche y la próxima rubia,
aguardan
cansados ya de un mundo
sin privilegios
donde todos los océanos
idénticos
se iluminan a la misma hora,
presos
de los mismos ruidos,
gozando de una larga abstinencia.
Perturbados
hasta volver a Baltimore


otra vez
a ver morir al mismo músico.



lunes, 28 de noviembre de 2016

Oscar Hermes Villordo -Un niño espía a Emily Dickinson en su jardín

Oscar Hermes Villordo, Machagai, Chaco, 9 de mayo 1928 – Bs As, 1 de enero 1994


Un niño espía a Emily Dickinson en su jardín

Que la mirara un pájaro –hostilmente,
por supuesto, ¿qué hacía allí, la intrusa? -,
no era extraño, de modo que su frente
apenas se alteró, e indiferente
siguió sus ademanes de reclusa.

Ni un pájaro, ni un hombre
(ella, en ese caso, lo sabría)
la están espiando. Un niño es quién la espía
Un niño –la inocencia- , ése es su nombre.

Estaba en su jardín, arrodillada
sobre una capa roja. La mirada
curiosa la seguía entre las flores.
¿Por qué el niño guardó, de los colores,
el color de la capa? La memoria
es frágil, pero fiel. Esta es la historia:
“Estaba en su jardín, arrodillada
sobre una capa roja.” Después, nada.

Nada sino el jardín en donde corta
la memoria inmortal sus flores raras
y al que ella sólo entra. Qué le importa
que pájaros -¿o niños?- con sus caras
se asomen al jardín perecedero.
Ella es Emily Dickinson, y acepta.
Y mientras acomoda en el cantero
el brote por nacer, la tierra yerma,
como una flor perfecta
va abriéndose su alma en el poema.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Claudia Schvartz -Rebelión del aire

Claudia Schvartz, Bs As, 3 de diciembre 1952


Rebelión del aire

Aquí en mi cuarto, todo me condena
El resto de la casa es un museo
que recorro con asombrado espanto

…………………………………………………

Años horizontal
con un libro del revés
esperando se abriera la puerta
letras y renglones danzaban sedientos
Yo escuchaba veía repasaba
Comprendía con terror la perspectiva
Todo estaba atrás pesando en el pasado
Que ardía con violencia explosiva
Tajeando historias vidas cuerpos

………………………………………………..

 el relato elocuente
 tristemente confuso
Del historiador sin ideología

………………………………………………..

El eje silencioso
La sombra del sentido
Si no todo locura

Y de esos hechos también yo era responsable
Aunque el hoy fuera un remoto entonces

No había silencio
ni descanso
hasta que un día la llave
abrió y cerró
 y abrió otra vez
sólo hacia el final
con claridad el nombre comprendí

la largamente efímera
rebelión del aire





foto Irma Verolín

jueves, 24 de noviembre de 2016

André Breton -La unión libre

André Breton, Tinchebray, 19 de febrero  1896 – París, 28 de septiembre 1966
Traducción Raúl Gustavo Aguirre


La unión libre

Mi mujer con cabellera de fuego de leña
Con pensamientos de relámpagos de calor
Con talle de reloj de arena
Mi mujer con talle de nutria entre los dientes del tigre
Mi mujer con boca de escarapela y de ramillete de estrellas de última magnitud
Con dientes de huellas de ratón blanco sobre la tierra blanca
Con lengua de ámbar y de vidrio frotados
Mi mujer con lengua de hostia apuñalada
Con lengua de muñeca que abre y cierra los ojos
Con lengua de piedra increíble
Mi mujer con pestañas de palotes que escriben los niños
Con cejas de borde de nido de golondrinas
Mi mujer con sienes de pizarra de techo de invernadero
Y de vaho en los cristales
Mi mujer con hombros de champagne
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Mi mujer con muñecas de fósforos
Mi mujer con dedos de azar y de as de corazón
Con dedos de heno segado
Mi mujer con axilas de marta y de bellotas
De noche de San Juan
De alheña y de nido de escalarias
Con brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla de trigo y de molino
Mi mujer con piernas de cohete
Con movimientos de relojería y desesperación
Mi mujer con pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer con pies de iniciales
Con pies de manojos de llaves con pies de pajaritos que beben
Mi mujer con cuello de cebada sin perlar
Mi mujer con garganta de Valle de Oro
De cita en el lecho mismo del torrente
Con senos nocturnos
Mi mujer con senos de topera marina
Mi mujer con senos de crisol de rubíes
Con senos de espectro de la rosa bajo el rocío
Mi mujer con vientre de despliegue de abanico de los días
Con vientre de garra gigante
Mi mujer con espalda de pájaro que huye vertical
Con espalda de azogue
Con espalda de luz
Con nuca de piedra de canto rodado y de tiza mojada
Y de caída de un vaso en que se acaba de beber
Mi mujer con caderas de barca
Con caderas de araña y de plumas de flecha
Y de canutos de plumas de pavo real blanco
De balanza insensible
Mi mujer con nalgas de greda y de amianto
Mi mujer con nalgas de lomo de cisne
Mi mujer con nalgas de primavera
Con sexo de gladiolo
Mi mujer con sexo de yacimiento y de ornitorrinco
Mi mujer con sexo de alga y de bombones viejos
Mi mujer con sexo de espejo
Mi mujer con ojos llenos de lágrimas
Con ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer con ojos de sabana
Mi mujer con ojos de agua para beber en prisión
Mi mujer con ojos de bosque siempre bajo el hacha
Con ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuego

martes, 22 de noviembre de 2016

Zbigniew Herbert -Informe Desde La Ciudad Sitiada

Zbigniew Herbert, Leópolis, Ucrania, 29 de octubre 1924 – Varsovia, 28 de julio 1998
Versión Xaverio Ballester


Informe Desde La Ciudad Sitiada

Demasiado viejo para llevar las armas y luchar como los otros-

fui designado como un favor para el mediocre papel de cronista
registro -sin saber para quién- los acontecimientos del asedio

debo ser exacto mas no sé cuándo comenzó la invasión
hace doscientos años en diciembre septiembre* quizá ayer al amanecer
todos padecen aquí del deterioro de la noción del tiempo

nos quedó sólo el lugar el apego al lugar
aún poseemos las ruinas de los templos los espectros de jardines y casas
si perdemos nuestras ruinas nada nos quedará

escribo tal como sé en el ritmo de semanas inconclusas
lunes: almacenes vacíos la rata ha devenido moneda corriente
martes: alcalde asesinado por agentes desconocidos
miércoles: conversaciones sobre el armisticio el enemigo confinó a los legados
ignoramos dónde se encuentran esto es el lugar de su suplicio
jueves: tras una turbulenta asamblea se rechaza por mayoría de votos
la propuesta de los comerciantes de especias de rendición incondicional
viernes: comienza la peste
sábado: se ha suicidado un desconocido inflexible defensor
domingo: no hay agua rechazamos un ataque en la puerta este llamada Puerta de la Alianza

lo sé todo esto es monótono a nadie puede conmover

evito comentarios las emociones mantengo a raya escribo sobre hechos
aparentemente sólo ellos son valorados en los mercados foráneos
pero con cierto orgullo deseo informar al mundo
que gracias a la guerra hemos criado una nueva variedad de niños
a nuestros niños no les gustan los cuentos juegan a matar
despiertos y dormidos sueñan con la sopa el pan los huesos
exactamente como los perros y los gatos

al atardecer me gusta deambular por los confines de la Ciudad
a lo largo de las fronteras de nuestra libertad incierta
miro desde lo alto el hormigueo de los ejércitos sus luces
escucho el tronar de los tambores los alaridos bárbaros
en verdad es inconcebible que la Ciudad todavía se defienda

el asedio continúa los enemigos deben ser reemplazados
nada les une excepto el anhelo de nuestra destrucción
godos tártaros suecos huestes del César regimientos de la Transfiguración del Señor
quién los enumerará
los colores de los estandartes cambian como el bosque en el horizonte
desde el delicado amarillo de aves en primavera a través del
verde del rojo hasta el negro invernal

así al atardecer liberado de los hechos puedo pensar
en asuntos antiguos lejanos por ejemplo en nuestros
aliados de ultramar lo sé su compasión es sincera
envían harinas sacos de ánimo grasa y buenos consejos
ignoran incluso que nos traicionaron sus padres
nuestros ex-aliados desde los tiempos de la segunda Apocalípsis

sus hijos no tienen culpa merecen gratitud así que les estamos agradecidos
no sufrieron un asedio largo como una eternidad
a quienes alcanzó la desdicha están siempre solos
los defensores del Dalai-Lama kurdos montañeses afganos

ahora cuando escribo estas palabras los partidarios del pacto
conquistaron cierta ventaja sobre la fracción de los intransigentes
habituales las oscilaciones de ánimo los destinos aún se sopesan

los cementerios crecen disminuye el número de los defensores
pero la defensa perdura y perdurará hasta el final

y si cae la Ciudad y uno solo sobrevive
él portará consigo la Ciudad por los caminos del exilio
él será la Ciudad

miramos en el rostro del hambre el rostro del fuego el rostro de la muerte
y el peor de todos -el rostro de la traición
y sólo nuestro sueños no fueron humillados




 *La noche del 13 de Diciembre de 1981 fue decretado en todo el país el estado de guerra, el movimiento democrático «Solidaridad», el primer sindicato independiente en un país socialista, fue disuelto y declarados ilegales todos los acuerdos firmados entre el sindicato y el gobierno. A la declaración del estado de guerra siguió una represión generalizada. En Septiembre de 1939, por otra parte, dio comienzo, como es sabido, la segunda guerra mundial.


domingo, 20 de noviembre de 2016

José Asunción Silva -Nocturno

José Asunción Silva, Bogotá, 27 de noviembre 1865 – Bogotá, 24 de mayo 1896


Nocturno

Una noche
una noche toda llena de perfumes, de murmullos y de música de alas,
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda, las luciérnagas fantásticas,
a mi lado, lentamente, contra mí ceñida, toda,
muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas,
hasta el fondo más secreto de tus fibras te agitara,
por la senda que atraviesa la llanura florecida
caminabas,
y la luna llena
y la luna pálida
por los cielos azulosos, infinitos y profundos
esparcía su luz blanca,
y tu sombra,
esbelta y ágil,
fina y lánguida,
y mi sombra
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban,
y eran una
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!
¡y eran una sola sombra larga!

Esta noche,
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma,
por el tiempo, por la tumba y la distancia,
por el infinito negro,
donde nuestra voz no alcanza,
solo y mudo
por la senda caminaba,
y se oían los ladridos de los perros a la luna,
a la luna pálida
y el chirrido
de las ranas,
sentí frío, era el frío que tenían en la alcoba
tus mejillas y tus sienes y tus manos adoradas,
¡entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas!
Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte,
Era el frío de la nada...

Y mi sombra
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
¡iba sola por la senda solitaria!
y tu sombra esbelta y ágil
fina y lánguida,
como aquella noche alegre de la muerta primavera,
como aquella noche
llena de perfumes, de murmullos y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella...
¡Oh, las sombras enlazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos
que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh las sombras que se buscan
en las noches de tristezas y de lágrimas!...



viernes, 18 de noviembre de 2016

Cristian Cottet -Ella tomando desayuno

Cristian Cottet, Santiago de Chile, 4 de noviembre 1955


Ella tomando desayuno

Ella tomando desayuno
parece un ave suelta entre las ramas
mirando de soslayo la otra mirada
que le sigue
ella tomando desayuno
sin ropas ni escondrijos
besando la taza con sus dedos
intentando decir algo que no sale
no es un adiós ni un buenosdías
ella tomando desayuno
despierta al barrio con su pelo
le digo que por favor
que no la olvido ni cuando está
frente a mi cara
tomando desayuno
ella sonríe también con sus dientes
un pan pide un pan con mermeladas
sus pies se enfrían de tanto mirarles
y ella descansa de la noche
descansa de los abrazos
no puedo más murmura
es hora de irnos no sé donde
es tiempo de morir para nosotros
y ríe de su lengua
y se enreda entre mis brazos
esta historia la recuperé de unos papeles
que sospechaba perdidos
y me viene un sollozo
no puedo llorar le digo
no importa
será para otra vez
quizás mañana
a la hora del desayuno
quizás mañana estemos solos en su cama
y no puedo soportar y lloro
de tanto
en tanto
lloro
sólo con verle
tomando desayuno.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Stéphane Mallarmé -Bríndis fúnebre

Stéphane Mallarmé, París, 18 de marzo 1842 - Francia, 9 de septiembre 1898 
Traducción Salvador Elizondo              


Bríndis fúnebre

                                                                                    a Théophile Gautier

Oh tú, de nuestra dicha el emblema fatal!

¡Salud de la demencia y pálida libación,
No a la esperanza mágica del corredor ofrezco
La hueca copa en que, áureo monstruo sufre!
Tu aparición no habrá de serme suficiente:
Yo mismo te he guardado en un lugar de pórfiro.
El rito de las manos es apagar la antorcha
Contra el pesado hierro de la fúnebre losa:

Y apenas ignoramos que a nuestra fiesta vienes
Porque es fácil cantar la ausencia de¡ poeta
Que este bello sepulcro encierra toda entera.
Si no es más que la gloria ardiente del oficio
Llegada la hora común y vil de la ceniza
Orgullosa descienda por el claro orificio
Y tome hacia los fuegos del puro sol mortal!

Magnífico, total y solitario, así
Tiembla ante el falso orgullo de los hombres.
Esta turba mezquina ya lo anuncia: que somos
La triste opacidad de nuestro espectro futuro.
Mas desprecié el lúcido horror de una lágrima
Blasón de duelo que orna el vano muro
Cuando sordo a mi sacro verso que no lo alarma,
Uno de esos paseantes, ciego, impasible y mudo,
El huésped de su vago sudario, en el héroe
Virginal de la póstuma espera se transmuta.
Vasto abismo traído en la masa de bruma
Por el viento irascible de sus palabras tácitas,
La nada había abolido a este hombre hace mucho:
«Recuerdo de horizontes ¿qué es, oh tú, la Tierra?»
Clama el sueño y, voz de alterada claridad,
Todo el espacio juega con el grito « ¡No sé! »

Al pasar el Maestro, con su mirar profundo
Del edén apacigua la inquieta maravilla
Cuyo espasmo final sólo en su voz aviva
Para el Lirio y la Rosa el misterio de un nombre.
¿De todo este destino queda algo todavía?
Olvidad, oh vosotros, creencia tan sombría.
El genio, espléndido y eterno, no arroja sombra alguna.
¡Yo, atento a vuestras ansias quiero volver a ver
Al que desvanecido ayer en la tarea
Ideal que nos imponen los jardines del astro,
Sobrevive para el honor del tranquilo desastre
Una agitación solemne por los aires
De palabras, púrpura ebria y clarísimo cáliz
Que, lluvia y diamante, la mirada diáfana
Posada entre las flores sin marchitar ninguna
Aísla entre la hora y la alborada!

Es el único sitio entre estos bosquecillos
Donde el poeta puro con gesto humilde y amplio
Impide el paso al sueño, enemigo de su arte:
Para que en la mañana de su reposo altivo,
Cuando la antigua muerte sea como para Gautier
No abrir ya más los ojos sagrados y callar
Suda, de la avenida tributario ornamento,
El sólido sepulcro que guarda lo que turba
El avaro silencio y la masiva noche.



lunes, 14 de noviembre de 2016

Liliana Campazzo -IX

Liliana Campazzo, CABA, 4 de septiembre 1959


IX

La cosa es que una se muere para siempre
queda la escoba los vidrios sucios
algo flotando en el lavarropas
los libros de las otras sobre la mesa
la rúbrica en el aire,
gesto destrapado,
una carta sin final
rastros del placer en el cenicero robado en un bar de Los Altares
la cosa es que una se muere para siempre
se muere de escritura
moneda impune
señor juez hablábamos de qué

sábado, 12 de noviembre de 2016

León Rozitchner -Dedicatoria final

León Rozitchner, Chivilcoy, 24 de septiembre 1924 - Bs As, 4 de septiembre 2011


Dedicatoria final

Creo que me duele mucho y por eso no puedo.
Tengo que ir a buscar a mano mis recuerdos
más allá de la pantalla y del teclado,
horadar con mi mano labradora
abriendo un hueco en la tierra de mi cuerpo y mi pasado
para encontrar ese fruto escondido y temido en tu cara/judía
lejos de una patria que no dejaste nunca.

Me duele ese pasado y por eso no podía escribirte.
Hay cosas que nos unen pero no podían ser dichas.
Abro mi computadora donde leo: "Carta a León Sigal",
17 de abril de 1996, pero no hay nada escrito.
Fue después de verte en París que quise hacerlo.
No la escribí nunca.
Está vacío, sólo el ancho espacio en blanco.
Debo escribirla ahora para decirte algo,
de tu pasado pluscuamperfecto a mi futuro imperfecto.
Me atrevo quizás porque estás muerto.

Debo soportar entonces ver de nuevo
lo que más nos unió y nos separaba,
la mujer cuyo amor compartimos
y que se sumergió en el mar,
arrojada viva
desde un avión de la Marina.
Y allí debo ir a buscarte para encontrarte de nuevo.
Aparecés junto a ella al evocarte
y por eso creo que no puedo.
Encontraría su muerte al evocar la tuya.

Yo la quería y te quería.
Lloro por vos
lloro por ella
lloro por mí,
desaparecidos dispersos por el mundo.
Lloró también tu corazón
que se quebró en Francia de dolores escondidos,
quizás como al mío lo cerró un espasmo doloroso
en la esquina de Saint Germain y Saint Jacques,
donde los encontré de pronto una tarde juntos.
Éramos muchos santos juntos.
Lloro por tu corazón que sangraba como el mío
y que no pudimos nunca hablar de ella,
¿qué podíamos decirnos si callábamos tanto?

Yo escribí "Ser judío"
pero sólo vos lo eras.
Tu cara traía guiños y arrugas del pasado
engranados como los relojes que tu padre arregalaba,
en la mirada perdedora y triste de tus ojos claros
mientras disimulabas una lánguida cojera.
Desde ella un niño callado sabiamente espiando nos/sobraba
desde el fondo de tu historia que me era
y me seguirá siendo obscura.

Me pregunto por vos para evocarte
y sólo me responde un "Soy el que soy",
con el que Dios se anuncia en la Biblia judía.
Al pronunciar tu nombre me sorprendo,
se confunde el tuyo con el mío.
León por León
me resuena tu presencia ida
como si del otro lado yo siguiera vivo
mientras me miro muerto en el León que se ha ido.
En algún lugar oscuro somos los dos uno,
León por León,
León por Diana
en ella confundidos.
Sos el que fuiste,
es cierto,
pero elle me confunde
nos confunde
mezclados y separados
por la distancia abierta
de ambas muertes
como si sólo esperara que la mía llegue
para cerrar esta trinidad vaciada.

Nuestro destino fugaz
por un instante
nos unió para siempre
en lo absoluto
sin quererlo,
porque ambos la quisimos.

Diana Guerrero.
Arrojada desde el aire por ese avión de la Armada /Argentina

habrá volado por los cielos como un ángel de seda,
habrá desafiado espléndida al destino siniestro con sus
/alas,
habrá vencido al horror con sus ojos verdes todavía
/abiertos
mientras las ráfagas del viento la arrastraban,
atraída por el mar, rozando con su rostro el fondo de la
/arena,
absorta ante la muerte,
devorada por la muerte,
como lo estoy hoy
al evocar la de ella con la tuya.
Como quizás ambos la evocábamos en silencio
cuando nos veíamos
sin decirnos nada.
Yo digo hoy Kadish en tu tumba llena,
y también en su tumba de agua, líquida y vacía.

Por eso no te escribí antes
por eso quizás no escribo una novela
ni hago versos
porque no sé qué hacer con los recuerdos
de mis padres y de mis amigos muertos.
No sé qué hacer
cuando una muerte
como la tuya
abre la mía
y siento como si hoy fuera
el último día de la vida.
Soy un sobreviviente moribundo
que quiere vencer la muerte con más vida
y rememoro en este instante final
la vida entera,
lo más bello de ella
que lo contiene todo.
Los trozos escogidos más bellos de la vida.

Polvo enamorado sólo fuimos antes,
que se lleva el viento o el mar, como se la llevó a ella,
pececito de colores y hermosa cabellera ondeando en lo
/profundo
del mar de nuestra vida.
Soy quien por tu muerte vuelvo a encontrarla
al encontrarte,
nos estamos yendo juntos,
cada uno por su lado,
uno por uno,
como se va la gente,
unidos para siempre
en el silencio de la nada,
que está plena y vacía
como el Ser de Hegel
que pensábamos los tres
cuando creíamos en la filosofía.

Y hoy León, como quizás vos lo dijiste en lengua
/hebrea,
te digo al evocarte
lo que no pude decirte cuando te veía.
Cada uno dice y también se dice su propio Kadish
/como puede.
Como si fuera el último día de la vida.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Paul Claudel -Verlaine

Paul Claudel, Francia, 6 de agosto 1868 – París, 23 de febrero 1955
Traducción Miguel Frontán Alfonso.


Verlaine

I

Débil Verlaine

El niño demasiado grande, el niño mal decidido a ser hombre, lleno de secretos y lleno de amenazas,
El vagabundo de largos pasos que comienza, Rimbaud, y que se va de sitio en sitio,
Antes de que encuentre allá su infierno tan definitivo como esta tierra lo permite,
El sol delante suyo para siempre y el silencio más completo,
He aquí que desembarca por primera vez, y lo hace en medio de esos horribles hombres
de letras y en los cafés,
No teniendo nada para revelar, solamente que ha encontrado de nuevo la Eternidad,
No teniendo nada para revelar, solamente que nosotros no estamos en el mundo.
Sólo un hombre en medio de la risa y del humo y de los vasos de cerveza,
todos esos monóculos y esas barbas sucias,
Uno sólo miró a ese niño y comprendió quien era,
Miró a Rimbaud y para él se terminó de ahora en adelante
El Parnaso Contemporáneo y el pequeño negocio donde se fabrican
Esos sonetos que caminan solos como petacas musicales.
Ya nada significa nada, todo está roto, ni siquiera su joven mujer amada,
Siempre y cuando pueda seguir a ese niño.
¿Qué es lo que dice en medio de sus blasfemias y de sus sueños?
Sólo a medias entiende lo que dice pero esa mitad le basta.
El otro mira hacia lo lejos con sus ojos azules, ignorando todo lo que tras de sí arrastra.
¡Débil Verlaine, quédate ahora solo, ya que no puedes ir más lejos!
Rimbaud se va y no lo volverás a ver; y lo que se queda en un rincón,
Furioso, a medias loco y peligroso para la seguridad pública,
Los belgas lo recogen cuidadosamente y lo encierran en una prisión de ladrillos.

Está solo. Se halla en perfecto estado de hundimiento y de abandono.
Su mujer le notifica un juicio de separación.
La Buena Canción ha sido cantada y ya no existe la modesta felicidad.
Solamente existe, a un metro de sus ojos, el muro desnudo.
Afuera, el mundo que lo excluye y, adentro, Paul Verlaine,
La herida, y el gusto en él de esas cosas que no son sólo humanas,
Allá arriba la ventana es tan pequeña que no deja ver otra cosa que el cielo
Y, desde la mañana hasta la noche, está sentado y contempla el muro,
El interior de ese lugar en donde está y que lo preserva del peligro,
De ese castillo gracias al cual toda la miseria humana es enjugada,
Impregnado de dolor y de sangre como el lienzo de la Verónica,
Hasta que nazca la imagen y el rostro allí contenidos,
Resucitados del fondo de los tiempos ante su rostro ofuscado,
Esa boca que calla y esos ojos que poco a poco lo miran,
El hombre extraño que poco a poco se transforma en mi Dios y mi Señor,
Jesús, más interior que la vergüenza, que le muestra y le abre su Corazón.

Y si trataste de olvidar el pacto que en esa hora hiciste,
Lamentable Verlaine, poeta, ¡ay, cómo te la ingeniaste mal!
Ese arte de vivir honorablemente con todos sus pecados
Como si no existiesen desde el momento en que los escondemos,
Ese arte moldeable como la cera de acomodar el Evangelio con el mundo,
¡Cómo nada entendiste de ello, especie de soldado inmundo!
¡Glotón! fue breve el vino en tu vientre y la hez profunda.
La capa delgada de alcohol en tu vaso y el azúcar artificial,
¡Cómo te dabas prisa a terminarlas para encontrar la hiel!
¡Cómo fue breve el vendedor de vinos al lado del hospital!
¡Cómo fue breve el libertinaje triste al lado de la pobreza fundamental!
¡Tan grande en veinte años por las calles latinas, que fue para todos un escándalo,
Privación de la tierra y del cielo, falta de hombres y falta de Dios!
Hasta que en el fondo mismo de todo te fuese permitido morder,
Morder y morir en esa muerte que estaba ordenada para ti,
En esa habitación de prostituta, la cara contra el suelo,
¡Tan desnudo en el suelo como el niño que sale enteramente desnudo del vientre de su madre!


II

El irreductible

Fue ese marinero abandonado en tierra y que le provoca lástima a la gendarmería,
Con sus dos centavos de tabaco, su prontuario belga y su permiso judicial para llegar a París.
Marinero para siempre privado de la mar, vagabundo de una ruta sin kilómetros,
Domicilio desconocido, profesión, ninguna... "Verlaine, hombre de letras".
El desgraciado, en efecto, hace versos para los cuales Anatole France no tiene indulgencia:
Cuando se escribe en francés es para hacerse entender,
El hombre, sin embargo, con su pierna rígida es tan gracioso que lo ha puesto en una de sus novelas.
A veces le pagan un vaso de aguardiente; es célebre entre los estudiantes.
Pero lo que ha escrito son cosas que no pueden leerse sin indignación,
Ya que tienen trece pies a veces y ningún sentido.
El premio Archon-Despérouses no es para él ni la mirada del señor de Montyon que está en el cielo.
Es el aficionado irrisorio en medio de los profesionales.
Todo el mundo le da buenos consejos; si se muere de hambre es por su culpa.
Nadie se deja envolver por ese famoso mistificador.
En cuanto al dinero, apenas si hay para los Señores Profesores
Que más tarde darán cursos sobre él y que, todos, han sido condecorados con la Legión de Honor.

Nosotros no conocemos a este hombre ni sabemos quién es.

El viejo Sócrates calvo gruñe en su barba enredada;
Un ajenjo cuesta cincuenta céntimos y se necesitan al menos cuatro para emborracharse:
Pero él prefiere estar ebrio antes que parecerse a alguno de nosotros.
Puesto que su corazón está como envenenado después del día en que lo pervirtió
Esa voz de mujer o de niño - o de un ángel que le hablaba en el paraíso.
¡Que Catulle Mendès se quede con la gloria y Sully Prudhomme, ese gran poeta!
Él se niega a recibir su patente de cobre y su gorra de trabajo.
¡Que otros se reserven el placer con la virtud, las mujeres, el honor y los cigarros!
Él se acuesta desnudo en un hotelucho con una indiferencia tártara,
Conoce a los vendedores de vino por su nombre de pila y se halla en el hospital como en su casa:
Pero más vale estar muerto que ser como la gente de aquí.

Celebremos, pues, todos juntos a Verlaine, ahora que nos dicen que está muerto.
Era la única cosa que le faltaba, y lo que es aún más increíble
Es que, todos, entendemos sus versos, ahora que nuestras señoritas nos los cantan con la música
Compuesta para ellos por grandes compositores con toda clase de acompañamientos seráficos.
El hombre viejo y célebre se ha marchado: ha vuelto a ese barco del que había descendido
Y que lo esperaba en ese negro puerto, pero nosotros de nada nos dimos cuenta,
Solamente oímos la detonación de la gran vela que se hincha
y el ruido de una quilla poderosa en medio de la espuma,
Solamente oímos una voz como una voz de mujer o de niño o de un ángel que llamaba:
¡Verlaine!, en medio de la bruma.


martes, 8 de noviembre de 2016

Guillermo Pilía -Un tren que se aleja en la bruma

Guillermo Pilía, La Plata, 29 de octubre 1958


Un tren que se aleja en la bruma

La felicidad, solamente unos instantes:
el cielo azul de un domingo de franco;
el olor de la carne asada que traía
el viento de la tarde; “este es el día
que hizo el Señor” en la mañana de la Pascua;
una música que creíamos perdida;
el sabor del café en la madrugada
de Burdeos, ya partiendo hacia España;
esa liturgia de dos cuerpos en amor;
en Toledo contemplar “El entierro
del Conde de Orgaz”; caminar acompañados
por una calle de Colonia o Buenos Aires.
Uno es feliz y apenas se da cuenta
y entonces ya es un tren que se aleja en la bruma.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Paul Verlaine -Noche del Walpurgis clásico

Paul Verlaine, Metz, 30 de marzo 1844 – París, 8 de enero 1896
Versión Lino Mondino


Noche del Walpurgis clásico

Era más bien el sabbat del segundo Fausto,
un rítmico sabbat, rítmico, extremadamente
rítmico. Imaginen un jardín de Lenôtre,
correcto, ridículo y encantador.

Unas plazas; en el centro, los surtidores;
unas avenidas  muy rectas, bosques de mármol,
dioses marinos de bronce, aquí y allá, unas Venus
expuestas; unos tres telares, unos huertos;

castaños, parcelas de flores formando dunas;
aquí, unos rosales enanos que un sabio gusto alinea;
más allá, unos tejos tallados en triángulos.
La luna de una noche de verano sobre todo esto.

Suena la medianoche y despierta en el fondo
del parque áulico con un aire melancólico,
un sordo, lento y dulce aire de caza, tan dulce,
lento, sordo y triste como el aire de caza de Tannhauser.

Cantos velados de lejanos cuernos de caza,
donde la ternura de los sentidos abraza
el espanto del alma de los acordes armoniosamente
disonantes  de la embriaguez; y ya la llamada de las trompas

se entrelaza de repente a unas formas muy blancas,
diáfanas, y que el claro de luna las hace
opalinas entre la sombra  verde de ramas:
-¡Un Watteau soñado por Raffet!-

Se entrelazan entre las sombras verdes de los árboles
con un gesto decaído, lleno de profunda desesperación;
luego, alrededor de los macizos, de los bronces
y de los mármoles, muy lentamente bailan en círculo.

Estos espectros agitados, ¿son el pensamiento
del poeta ebrio o son su lamento, o su remordimiento,
Esos espectros agitados en turba cadencia,
O, simplemente, no son más que muertos?

¿Son tus remordimientos, oh desvarío que invita  al horror,
son tu lamento o tu pensamiento, todos esos espectros
que un vértigo irresistible agita,
o son sólo muertos que estuvieron locos?

¡No importa van siempre, los febriles fantasmas,
llevando su ronda grande y triste, tambaleando,
como en un rayo de sol los átomos,
y evaporándose al instante.

Húmeda y pálida, el alba silencia una tras otra
las trompas, de tal modo que no queda absolutamente nada
–absolutamente– más que un jardín de Lenôtre,
correcto, ridículo y encantador.

viernes, 4 de noviembre de 2016

César Tiempo -Biálik

César Tiempo, Ucrania, 3 de marzo 1906 – Bs As, 24 de octubre 1980


Biálik

El 5 de Julio la Associated Press dio la noticia al mundo:
falleció en Viena Jáim Najman Biálik.

Pasaron veinte días y en la misma ciudad
ultimaron a Dollfuss, el “Millermetternich”.

¡Cuidado con los poetas
cuyos puños golpean sobre las mesas de los verdugos!

Los diarios de la colectividad
pudieron publicar la noticia en “Sociales”
junto a la crónica de la fiesta
con que la familia Barabánchik
celebra la circuncisión de su vástago.

Tengo un corazón violento
y una voz áspera.

Cruzo la calle de la judería
con mi rencor y mi dolor a cuestas.

Hermanos de Buenos Aires:
nuestro más alto poeta ha muerto.
Como en los Salmos
Dios le ciñó de fuerzas e hizo perfecto su camino.

Minkowsky fue la lágrima,
Biálik la imprecación.

Y ambos se pudrirán bajo la tierra
frente a los ojos ciegos de la noche tremenda.

Un cielo en mangas de camisa corre sobre los tejados.

Los buhoneros juegan en el “Pilsen” su diuturna partida de dominó.

Las muchachas que quieren casarse no pasan bajo los andamios.

Señores burgueses que infringís todos los Mandamientos
y estáis los sábados sobre vuestros libros de tapas negras
pasándoles las manos por el lomo a las cifras
para que se alarguen como gatos,
os he visto en los templos resplandecientes
-apartados como los pur sangs en los bretes suntuosos-
con los ojillos redondos y desvaídos
y las altas galeras y los thaléisem de seda pura,
queriendo sobornar a Dios
que os conoce mejor que vuestros empleados.

Jáim Najman Biálik ha muerto.

Hoy en el “Internacional” hay pescado relleno
y un buen stock de doctores para vuestras pobres hijas lánguidas.

¿Quién se acuerda de las masacres de Ukrania,
de la tempestad delirante de los pogroms,
cuando los juliganes violaban a vuestras madres
y estabais en los sótanos temblorosos e inútiles
como la luz que lame los espejos?

Biálik clamó, tronó sobre las negras aguas
y su risa iracunda corrió como un viento loco sobre las aldeas.
“El pueblo es una hierba marchita,
se ha puesto seco como una madera.”
Y hubo jóvenes que supieron sacudirse como lobeznos
y sus dientes agudos despedazaron nuestra humillación.

Jáim Najman Biálik ha muerto.

Los chamarileros sonríen en las puertas de su pandemonio.

Los Lacrozes están más verdes que nunca.

Echa tu pan sobre las aguas, dice el Eclesiastés.

Da gusto oír a Mischa Elman desde una muelle butaca del Colón.

Gorki dijo que con Biálik el pueblo judío había dado una nuevo Homero al mundo.

¿El Banco Israelita le daría un crédito a sola firma?

Voces:
-Esta noche cuando cierre el negocio, mientras mojo la tostada en el vaso de té,
le voy a decir a mi señora que me lea El Pájaro y El Jardín, y después de comer
vamos a ir al Teatro Ombú; para ser de la “Comisión” hay que estar “preparado”.

Jáim Najman Biálik ha muerto.

-Mamá ¿me lavo la cabeza con querosén y me pongo el vestido de raso celeste
para ir a la Biblioteca? -Bueno, querida, a ver si consigues un novio como la gente,
que ya es tiempo.

Jáim Najman Biálik ha muerto.

En la puerta de la Cocina Popular nuestros hermanos, los que no se atreven
a morirse de hambre, esperan su ración.

Jáim Najman Biálik ha muerto.

Nuestras piernas se arrastran en las más profundas ciénagas de la noche
y sobre nuestras cabezas brilla una luz pura.

En Tel Aviv hubo un poeta.

¿Y ahora?

miércoles, 2 de noviembre de 2016

León Felipe -La palabra

León Felipe, España, 11 de abril 1884 – México, 18 de septiembre 1968 


La palabra

Pero ¿qué están hablando esos poetas de ahí de la palabra?
Siempre en discusiones de modisto:
que si desceñida o apretada . . .
que si la túnica o que si la casaca…
La palabra es un ladrillo, ¿Me oísteis?… ¿Me ha oído usted, Señor Arcipreste?
Un ladrillo. El ladrillo para levantar la Torre… y la Torre
tiene que ser alta… alta, alta…
hasta que no pueda ser más alta.
Hasta que llegue a la última cornisa
de la última ventana
del último sol
y no pueda ser más alta.
Hasta que ya entonces no quede más que un ladrillo solo,
el último ladrillo… la última palabra,
Para tirárselo a Dios,
con la fuerza de la blasfemia o de la plegaria…
Y romperle la frente… a ver si dentro de su cráneo
está la Luz o está la Nada.